viernes, 18 de abril de 2008

8. LA VUELTA AL MIDI D´OSSAU (17k 1.134+)


Para no deprimirme con las cosas que empiezo a ver en mi ciudad nada más volver de vacaciones, voy a echar mano de un precioso día de este verano en el que intentamos ver uno de los edificios más hermosos del Pirineo: el Midi d´Ossau. Desde que lo vi por primera vez hace muchos años en la estación de esquí de Astún quise aproximarme a él o incluso subirlo, pero nunca había dado con la ocasión. Para llegar a su cima (2.885 m) es prudente ir con algún escalador experto que ya lo conozca, oportunidad que se me escapó cuando fui socio del Club Alpino Ganguren de Galdácano y organizaron una de aquellas estupendas excursiones colectivas que hacían una o dos veces al año para “crear afición”. Qué bello ejemplo aquel, escaladores de élite acompañando a principiantes para que tomaran contacto con la alta montaña. Subí con ellos a la Peña Telera (excursión que contaré otro día) pero se me escapó el Midi. Así pues, al no atreverme a subirlo solo, programé la vuelta que Patrice de Bellefón propone en la excursión número 5 de su libro “Las 100 mejores ascensiones y excursiones al Pirineo”.

Al bajar del Aspe, dos días antes (ver un post algo más atrás), ya lo habíamos visto de nuevo emergiendo imponente su mole granítica y oscura sobre el resto de las montañas del paso del Portalet, así que mis deseos estaban a punto de cumplirse.



El problema fue que el día elegido amaneció muy nuboso (incluso lluvioso) y aunque le dimos la vuelta completa y algo más de propina (como voy a contar), apenas vimos su planta baja. Más que verlo, lo sentimos cerca, muy cerca. Ya me ha pasado con muchos monumentos, la escalera de la Biblioteca Laurenziana por ejemplo, a la que he ido varias veces y nunca he conseguido entrar (siempre “Chiuso”). Pero no me importa mucho. La vista no es el único de nuestros sentidos. A veces se siente más emoción captando la arquitectura por la cercanía, la presencia misteriosa, las lecturas previas, el retumbar de los truenos en sus paredes, o los indicios de sus aledaños. Consuelos no nos faltaron.

El primero de ellos fue la magnifica vista del Pic Paradis que se ofrece cuando, después de dejar el coche en el parking del Lago Bious Artigues (0:00) y ascender por una pista hasta el amplísimo prado de Bious lo ves al fondo del mismo. Es un pico que parece estar realizando un continuo ejercicio de contorsión, como aquellas torres espirales de los constructivistas o las masas emergentes de los expresionistas. Al final del prado (0:30) se toma un sendero a la izquierda que asciende ininterrumpidamente y que con nuestros continuos cambios de perspectiva nos permite ver al Paradis moverse constantemente. Una preciosidad.


A nuestra izquierda estaba el gran Midi, claro, pero esto era todo lo que veíamos:


Aún teníamos esperanzas de que el día fuera a mejor y aclarase, pero cuando llegamos al laguito de Peyreget (2:00) después de hora y media de larga ascensión, el cielo estaba aún más encapotado. Es en ese laguito cuando se experimenta el contacto con la alta montaña y con el silencio y la severidad de su terreno.


Aunque no veíamos nada, sabíamos que estábamos ahí, en el límite de lo inhumano. Y con la emoción, nos perdimos. Puesto que los expertos califican la excursión de fácil no me imaginé que al collado de Peyreget se subiera por ese tremendo canchal pedregoso, así que tomamos la senda herbosa de la derecha que lleva al collado de L´Oiu (2:30), que está a la misma altura que el de Peyreget (ocho metros menos para ser exactos) pero que te saca hacia el sur y te obliga a dar una vuelta enorme y algo sosa hasta llegar al Refugio de Pombie (3:15), mítica construcción donde se han tenido que compartir muchas emociones de escaladas, y oportuno refugio que nos libró, mientras almorzábamos, de un buen chaparrón y del susto que nos entró cuando media docena de truenos retumbaron por las vecinas paredes.


Aprovechando el primer claro y viendo que la parada se prolongaba más de lo normal, salimos hacia el collado de Suzón para continuar el recorrido, pero nos encontramos cruzando un pedregal tremendo que no teníamos previsto, y por si fuera poco, una última nube nos descargó cinco minutos de granizo. Aunque era el 21 de julio, aquello tomaba trazas de una excursión invernal.




Con el sustillo en el cuerpo llegamos al collado de Suzón en 45 minutos (4:00), cuando las guías dicen que se tarda 60, y desde allí, y por la margen derecha del valle que muestra el sendero del descenso, la cosa se aclaró.

A la izquierda, es decir, en el lado Midi, seguíamos sin ver nada, o mejor dicho, veíamos una imagen preciosa a fuer de fantasmagórica. Esta:


La bajada se hace tan larga o más que la subida (no miré el reloj pero tardamos más de hora y cuarto), y en el tramo final echamos en falta algunas marcas, pues cuando se entra en el bosque los senderos se bifurcan por los listillos que atajan y a veces te entran las dudas. Como iniciamos el recorrido a las ocho y llegamos al parking a las tres en punto, la excursión nos costó un total de siete horas aunque hay que tener en cuenta que estuvimos más de una hora metidos en el refugio de Pombie almorzando y oyendo truenos.

Y ahora, para los que queráis ver la excursión con un sol espléndido, no tenéis más que linkar la página que os doy y ver sus estupendas fotos y comentarios.

http://www.nevasport.com/nevablogs/d/vuelta-integra-al-midi-d%5C-ossau/2367

Pero os aseguro que aunque no viésemos nada, es mucho más emocionante haberle dado la vuelta que mirar las fotos.

(excursión realizada con Rosalía el día 21 de julio del 2007. De regreso a Jaca aún pudimos disfrutar de la magnífica conferencia que Félix de Azúa dió sobre el Origen de la Opera y subir con él y con los de la Universidad de verano a San Juan de la Peña para oír allí un recital y varios pasajes del Orfeo de Monteverdi. ¡Menuda jornada!).

Como no tenía la referencia de la distancia y desnivel ascendido he tomado las del track wikilok de viejamochila que es muy semejante a nuestro recorrido.