miércoles, 10 de diciembre de 2008

28. PIAU ENGALI, Estación de esquí, Pirineos, Francia



Lo queramos o no, las estaciones de esquí son lugares, lugares en la montaña, y como nos gusta el esquí y la montaña, seguimos yendo a ellas a pesar de los pesares. Es decir, a pesar de que duele un poco ver las montañas tan mancilladas de desmontes y pinchadas con chismes. Como inicié este blog con el título de Montañas y Arquitectura, tiene bastante sentido traer aquí las estaciones de esquí porque más que ningún otro lugar son montañas “urbanizadas”, aunque... su “urbanismo” y su “arquitectura” mejor ni mirarlos. En todo caso, las estaciones de esquí nos facilitan el acceso a muchos rincones de montaña de otro modo desconocidos o inaccesibles, así que, como vamos conociendo bastantes, voy a empezar a contar algo de ellas empezando por la última que hemos descubierto, la de Piau-Engalí, ubicada en Francia nada más pasar el túnel de Bielsa (desde España), en el segundo valle a la izquierda (el primero se llama de la Gela).

Además, al ir poniéndolas en el blog podré ir deshaciéndome de la papelería de folletos de estaciones de esquí que acumulo en la librería, costumbre que adquirí porque mi amigo Javier Dulín me dijo que los coleccionaba. Abriré los post con el mapa de los remontes que facilitan al sacar el forfait.

Bueno, lo primero que llama la atención al tomar la carretera que sube a la estación de Piau Engali es que enseguida te encuentras con un telesilla y una pista que baja casi hasta el propio pueblo de Le Plan, situado en el cruce de carreteras (por cierto, su iglesita es un encanto; la vimos desde el coche pero no paramos a contemplarla como se merece, así que la foto la he tomado “prestada” de Google Earth).



También he hecho una foto informática de la imagen de google earth en la que se ve la vista aérea de la estación en pleno verano, con las tremendas marcas que dejan en el paisaje la carretera de acceso y las pistas de esquí.


Dicen los folletos turísticos que los edificios de apartamentos construidos en círculos y con muy poca altura se integran mejor en el paisaje, pero lo cierto es que los alrededores de todo edificio circular, y más con nieve sucia y coches por medio, devienen caóticos. Cuando vas para un día ni te dejan entrar con tu coche a la “urbanización” y te mandan al parking de abajo (el más grande y más al norte) teniendo que subir luego a la estación propiamente dicha en autobús. Vaya invento.

Lo más bonito de esta estación es la claridad geográfica que ofrece, toda ella en un abanico con vértice en el Pico de PIAU de 2.696 m. de altitud. Esta es la imagen desde abajo:



La vista hacia el norte (hacia Francia) es muy espectacular: una hermosa pared llamada “Crete des Cintes Blanques” por donde deben caer no pocos aludes (en la página de google hay colgada alguna foto de cuando caen). En el momento en que le hice una foto, la adornaba un curiosa nube por debajo de la línea de cumbres.




Bueno, y vamos con el esquí. El telesilla básico es el central, un desembragable de seis plazas que sube hasta justo debajo del pico (2.528 m). Para empezar calentando músculos y echar un vistazo hicimos toda la pista azul de la izquierda según se mira al Pico, la “gran azul” bajando incluso hasta la mismísima carretera, o sea, a Piau 1420 (lo he marcado con puntos morados en el mapa), es decir, una bajada continuada de ¡¡¡1.100 metros!! Ahí es nada.

Colocados otra vez debajo del pico tras coger dos telesillas intermedios y nuevamente el central, exploramos el otro lado de la estación bajando por la pista roja (puntos verdes en el mapa de arriba). En ese recorrido se tiene la opción de hacer un trocito de pista negra al llegar abajo (tentación a la que sucumbimos en la segunda bajada, claro). Pero lo más interesante de ese recorrido es el descubrimiento del hermosísimo valle de Badet y del Pico des Aguileous de 2.976 que invita a subirlo (no es nada difícil/ he encontrado en internet un relato de su ascenso en invierno y es relativamente sencillo). Este es su bellísimo perfil:



Una vez exploradas los dos extremos de la estación ya nos dedicamos a esquiar por las innumerables pistas centrales que ofrecen unos “fuera de pista” muy pendientes pero bastante seguros y sin posibilidad de perderse. Los días de nieves profundas deben estar muy solicitadas por los esquiadores más expertos.

Esquiamos allí el lunes 8 de diciembre del 2008, con nieve polvo y dura bastante buena y abundante, pero a mediodía se echó la niebla en las alturas y como teníamos que regresar a casa en el día, lo dejamos pronto pero con un gran sabor de boca.

Seguro que volvemos. Especialmente, a subir al Pic de Aguileous (aunque mejor en verano).
He puesto todas las fotos bastante grandecitas para que se puedan ver bien pinchando sobre ellas.




lunes, 29 de septiembre de 2008

27. CERRO CASTILLO DE MONTE REAL, 1.688 m.(7k 400+) Refugio de Ajamil en el arroyo Rabanera


En Semana Santa de este mismo año 2008 fuimos con nuestra hija Elena de paseo en coche hasta Ajamil, uno de los pocos pueblos que aún desconocía de La Rioja, y animados por el buen estado de la pista nos llegamos hasta el refugio que hay al fondo del barranco del río Rabanera. Estaba nevando, el refugio estaba muy bien cuidado y el hayedo que lo envolvía era tan hermoso que pensé organizar una pequeña excursión veraniega para dormir allí una noche y subir al monte más cercano.



Pasados prácticamente los meses calurosos y con la pereza que nos daba ya ir a dormir al monte, lo que hemos hecho al final de este verano ha sido sólo la segunda parte de lo pensado: una pequeña ascensión dominguera y matinal.

De vuelta de aquel paseo encontré el itinerario que buscaba en la ruta 22 de la guía de montaña “Las mejores excursiones por Tierra de Cameros” de Rufo Ganuza y Alicia Sanz de Acedo, ed. El Senderista, donde la cima más cercana y señalada a ese refugio es la del Cerro Castillo. El texto de ese librito se pierde en demasiados detalles y se echan en falta algunas otras consideraciones más importantes, así que voy a intentar remediarlo con mi narración. Además, como el planito que ofrece es excesivamente esquemático, pongo aquí la foto aérea de Google Earth con el itinerario marcado con puntos amarillos y las coordenadas geográficas bien claras para quien quiera localizarlo en un mapa más amplio.


Como ahora subo con GPS pude anotar que Ajamil está a 1.000 metros de altitud y el refugio a 1.280, o sea que la ascensión final fue de 408 metros. La pista desde Ajamil al refugio es de unos cinco kilómetros más o menos, y como es practicable para todo tipo de coches, hacer esos cinco kilómetros andando o aparcar más abajo del refugio (como propone la guía) no tiene mayor sentido.


Este es el punto de salida, el pequeño refugio que habíamos visto con nieve seis meses atrás. Echamos un vistazo al interior y estaba igual de limpio que entonces pero el excesivo celo contra incendios que se ha puesto de moda entre nuestros mandarines había llegado al extremo de poner una cinta de clausura a la propia chimenea del refugio. De haber ido a dormir habríamos pasado frío porque a las diez de la mañana el termómetro marcaba 8 grados. Qué ridícula puede llegar a ser la Administración pública y cómo te desaniman estos detalles de falta de sensatez.

Bueno, dejamos atrás el refugio y ascendemos por el camino, sobre el que hay que decir que no es ni senda ni camino, sino algo intermedio, o sea, una vieja trocha de sacar madera que en general tiene una pendiente bastante pronunciada y sostenida, lo que hace que la ascensión sea corta pero intensa.

Una vez que se hace la primera herradura del itinerario y este toma claramente la dirección Oeste, se ve ya la cima y eso siempre anima mucho, sobre todo en estas excursiones por bosque en que lo habitual es ir casi siempre a ciegas. Esa primera imagen de la cima es la que he puesto en el encabezamiento, y si se agudiza la vista se podrá ver esa especie de muro de piedra que al parecer es el que le da nombre. Pero no hace falta forzar mucho la vista porque en cuanto el camino llega a la crestería occidental del valle y toma dirección suroeste se ve mucho mejor.


El camino abandona la crestería occidental y se interna en el hayedo hasta buscar la otra crestería del barranco, momento delicioso porque el camino se hace llano y permite disfrutar plenamente del paseo.


Cuando finalmente salimos a la crestería oriental del barranco, nos situamos en un sucio cortafuegos con una fea valla de espinos en medio que separa pastos y provincias



Empezamos a subir por el lado riojano (el derecho) pero como estaba muy sucio nos pasamos al soriano (izquierdo) que tampoco es que sea un paseo de rosas. Una pena de terreno. Hay un repecho muy pendiente poco antes de llegar a la cima pero lo peor es que tampoco ésta ofrece un aspecto muy aseado: un cahir con un palo por un lado, un vértice geodésico por otro, y algunos pinos hacia el lado riojano (norte) que dificultan la amplitud de miras. Toda cima, creo yo, debería merecer algo más de consideración, no sé, un pequeño tratamiento paisajístico que apenas se notara y que hiciera de ella un lugar memorable.


A falta de otras bellezas nosotros lo celebramos con un buen almuerzo y nuestra tradicional botella de vino. La ascensión nos había costado tan sólo 1h y 10 minutos.

En el descenso hice una foto del cortafuegos de arriba abajo, con toda la crestería del Monte Real al fondo; y una de detalle de la zona más pendiente (y limpia) del mismo.



Llegamos al refugio en 50 minutos y regresamos tan felices a Logroño a echar la siesta en casa.
Excursión realizada el domingo, 14 de septiembre del 2008.

sábado, 13 de septiembre de 2008

26. EL FELDBERG, 1.493 m, (6k 250+) Selva Negra, Alemania.



¿Vale la pena contar la historia de la ascensión a un monte en un día de niebla en el que no se ve absolutamente nada? Bueno, hay algunas excursiones hechas en esas condiciones que ya he contado, como la vuelta al Midi d´Ossau (v Montes 8), o alguna otra que otro día contaré, como la del Ohry, o una al San Lorenzo en la que no sabíamos hacia donde bajar. Pero ¿vale la pena si la excursión es a un monte al que suben cientos de miles de personas al año y al que se llega a la cumbre por ¡un caminito asfaltado!? Pues hombre, ya que es el punto más alto de la Selva Negra y que la ilusión del día anterior es como la de cualquier otro día previo a subir al monte, pues no le vamos a negar el derecho a estar en este blog; y más que nada por lo original que resulta que la única vista general de la excursión es la del cartel que fotografié a mitad de camino.

La cumbre del Feldberg es un largo lomo herboso tan suave que la verdad es que invita a recorrerlo aunque sea subiendo con el teleférico. Supongo que lo bonito debe de ser subirlo desde Friburgo en una larguísima caminata, pero a falta de más información nosotros lo subimos desde la estación de esquí más próxima, eso sí, sin tomar el artilugio mecánico. La idea era subir cerca de sus pilonas para no perdernos, pero como los alemanes tienen las pistas de esquí protegidas con vallas tuvimos que dar con el sendero lateral que, por lo menos, tiene la virtud de arrancar entre vegetación de bosque. El altímetro marcaba 1.245 mts en la salida y los carteles decían que hasta la cumbre había 2,8 kms, así que eso es lo que hicimos: unos 250 mts de desnivel. Con el fresquito de la niebla y el viento lateral que pegaba, mi colega puso la directa y en 50 minutos estábamos en la cima.

La suerte que tuvimos es que con lo pronto que era y la niebla que había, en el teleférico no subía nadie. Estar solos en la cima del Feldberg debe ser toda una hazaña. Y es que si en el cartel de la panorámicas dice que a la cima del Zugspitze (el pico más alto de Alemania, 2.960 m) suben unas 700.000 personas al año (en el teleférico, claro), a la del Feldberg no quiero ni imaginarlo. Cuando regresamos a almorzar en el coche (único sitio protegido de la pegajosa neblina) una caravana continua de coches llegaba a los pies del teleférico y se daba media vuelta.

Bueno, pues estas son las fotos de la excursión.
1) mi colega en el primer tramo de subida:



2) llegando a la altura de las últimas pilonas del teleférico:


3) la antena cercana de la cumbre que está llena de carteles que dicen Halt, Verboten y esas cosas tan agradables de ver en el monte:


4) yo en la cumbre con el pelo como un repollo:



y 5) mi colega bajando por el caminito asfaltado que hay entre la cumbre y el final del teleférico:


Ah, y en cuanto a las incomparables vistas que se tienen mirando hacia el Sur, desde tan gozoso paseo, estas dicen los carteles que son (de Este a Oeste):




La fecha de la excursión: 3 de agosto del 2008.

Y un consuelo final: es posible que la única forma de que algunos montes puedan aún parecer montes sea subirlos con niebla.

domingo, 24 de agosto de 2008

25. EL TAILLON, 3.146 m (16k 900+) Col de Tentes


Tras la alegría de un primer tres mil algo durillo (v. El Gran Facha) acometimos la subida al Taillón pensando que era poco menos que un paseo, pero de eso nada. Toda excursión tiene muchas variables, y el mal tiempo, la soledad, la mala definición del camino o las sensaciones personales pueden convertir un paseo en una pequeña aventura.

En todo caso no era aventura lo que buscábamos en el Taillón sino las mejores condiciones para disfrutar de las muchísimas bellezas que ofrece su ascensión. Y por eso la planificamos durmiendo en el refugio de Sarradets (o de la Brecha). De ese modo, la subida al refugio en la tarde anterior a la ascensión propiamente dicha sí que es un agradabilísimo paseo por sendero de alta montaña, con la sorpresa inesperada del paso de la cascada del glaciar del Taillón, del que no teníamos noticia. Desde el parking al puerto de Bujaruelo son 20 minutos por el asfalto de la carretera cerrada, y desde el puerto (donde soplaba un viento de narices) hasta el refugio, la hora y treinta minutos que marca el cartelito amarillo.

De ese paseo vespertino y sin apenas gente he seleccionado estos cinco estupendos momentos:

1) el paso bajo la cara norte del Taillón, que te permite disfrutar de la masa y las rugosidades de esa gran pared, soñando incluso con esa canal diagonal por la que no estamos capacitados para subir.





2) El alegre paso de la cascada del glaciar en el que una oportuna cadena nos ahorra los posibles resbalones:



3) El momento en que te asomas al circo del glaciar del Taillón que estaba mitad nevado y mitad con sus hielos al desnudo, con la falsa brecha y su "dedo" en lo alto por donde habríamos de pasar al día siguiente:




4) El collado en el que aparece el refugio, la brecha encima y el imponente farallón del Casco del Marboré por detrás:



y 5) La impresionante perspectiva aérea que se contempla sobre el famoso circo y cascada de Gavarnie:




Solo con semejante “paseo” vespertino yo me daba por más que satisfecho con la excursión, aunque me hacía cruces de que hubiera llegado a tan viejo sin haber estado aquí antes.

Como digo, lo hicimos entre las tres y las cinco de la tarde y en todo el recorrido no nos encontramos con más de una docena de personas. El refugio, sin embargo, estaba lleno (menos mal que habíamos reservado con tiempo) y la noche en sus atestadas literas no es una experiencia muy emocionante que digamos.

Pero lo mejor de sufrir una noche en el refugio es que puedes empezar a subir con las primeras luces del día, prácticamente en soledad, y disfrutar de los primeros rayos del sol bajo una encendida Brecha de Roland.





Al llegar a las rocas de la Brecha hay que trepar un poquito y… abrigarse, porque el cruce o paso de vientos de esa enorme puerta es casi mítico (en las 100 mejores ascensiones del Pirineo se habla de ello pero yo no lo recordaba y nos pilló de sorpresa).

Como también nos pilló de sorpresa el no encontrar allí cahir alguno que señalase el camino al Taillón. Como estábamos completamente solos, anonadados por las maravillosas vistas que había hacia el cañón de Ordesa y ateridos por el vendaval que soplaba, no imaginé que el sendero pudiera ir completamente pegado a la pared, y al bajar unos pocos metros hacia el lado español empezamos a caminar hacia el Taillón por la tremenda ladera de piedra. Lógicamente la dificultad del terreno nos puso un poco nerviosos, pero como no había forma de ir por abajo, al final nos fuimos acercando a la pared y dimos con el sendero, que como digo, va pegadito a la misma.




Entre la “brecha” y la “falsa brecha” la pared nos brindó un buen rato de calma pero cuando salimos al famoso “dedo” el viento nos empujaba literalmente hacia el glaciar del Taillón y entre eso y la caida que se veía desde allí, otra vez nos asustamos un poco. Era 13 de agosto pero como puede verse por la indumentaria de mi compañera de fatigas, aquello parecía casi una invernal.




En fin, ya sólo quedaba atacar la suave cumbre del cono final de nuestro objetivo que ofrecía dos senderos más o menos marcados. Subimos por el más directo, que al llegar arriba se asoma demasiado a la cara norte, y bajamos por el que se ve a la izquierda que está más protegido y es más seguro.




Desde el refugio hasta la cima nos costó 2horas y 10 minutos, aunque se puede hacer en algo menos tiempo porque hicimos muchas paradas para hacer fotos, e incluso para pensárnoslo un poco porque las nubes pasaban a toda velocidad rozando la cumbre y acaso fuera mejor dejar avanzar un poco más el día a ver si mejoraba el astro.

Al final paramos en la cumbre, claro, donde sólo hay un pequeño murete de piedra para protegerse del viento. Allí nos metimos a disfrutar del inmenso panorama hasta que llegó el segundo montañero del día, un tipo solitario de Orthez que nos hizo esta foto:




El descenso, desde la cumbre hasta el coche, nos costó tres horas justas y en él nos dimos perfecta cuenta de lo bonita que nos había salido la excursión. Y es que al cruzarnos con hordas de montañeros subiendo, niños, señoras y hasta gente en zapatillas te das cuenta de que todo el recorrido que tan a gusto habíamos hecho en dos sesiones y a las dos horas menos frecuentadas, es más un destino turístico que montañero:

Así estaba la subida a la brecha cuando nosotros la bajábamos y así se veía el paso de la cascada. Un horror de gente.





Pero nosotros lo habíamos hecho de maravilla. El paseo al tres mil que dicen más fácil había tenido algo de aventurilla y sobre todo, lo habíamos hecho prácticamente en soledad. Y por supuesto en la cámara me traía un montón de bellas panorámicas de las montañas de alrededor que evidentemente no caben en la brevedad de estos relatos.

(Ascensión realizada los días 12 y 13 de agosto del 2008)

viernes, 15 de agosto de 2008

24. EL GRAN FACHA, 3.005 m (13,5 k 1.550+) Embalse La Sarra, Sallent de Gállego



Como se irá viendo en las fotos de este pequeño reportaje el Gran Facha es una hermosa pirámide situada en la frontera entre Francia y España a mitad de camino entre el refugio del Respumoso (con entrada desde Sallent y el embalse de la Sarra) y el refugio Wallon (con entrada desde Cauterets y Pont d´Espagne). Pero si he puesto la foto de arriba como ilustración principal es porque justo esa es la imagen que yo desconocía y a la que estuve dando vueltas la noche anterior a subir: ¿cómo será esa temible cresta rocosa y fronteriza por la que dicen que se sube no sin cierta dificultad con varias “escupideras” hacia uno y otro lado? Bueno, pues esta es la tosca imagen que ofrece desde el collado entre Francia y España, llamado precisamente “collado del Gran Facha”.

La ascensión propiamente dicha, realizada el 18 de julio de 2008 con mi habitual compañera de fatigas, tuvo como aperitivo la subida desde el embalse de La Sarra (1.465 m) hasta el Refugio del Respumoso (2.132 m) en la tarde anterior. Es una subida bastante larga y dura (8k 700+) en la que tardamos 2 horas y 45 minutos a buen paso, pero es un sendero muy bonito y a veces vertiginoso por las cortadas a pico sobre el imponente barranco que labran las aguas que bajan del circo de Piedrafita. Aguas que a veces ofrecen cascadas tan bonitas como la de la foto:





En llegando a la presa del recrecido ibón, además de avistarse el refugio, el horizonte aparece erizado de una serie de hermosos picos con perfectas formas piramidales. El Gran Facha es justo el que toca a la nube, y la “cresta” que nos esperaba a la mañana siguiente, la de su izquierda.


Además de la inquietud previa a toda ascensión pirenaica, los guías de montaña que llevan el refugio nos echaron leña al fuego diciéndonos que era poco prudente subir sin crampones porque si bien la cresta estaba limpia, los corredores anteriores al collado tenían mucha nieve y a primera hora de la mañana nos la podíamos encontrar dura. El año pasado subimos al Aspe por estas mismas fechas con los crampones y el piolet en la mochila y apenas pasamos al lado de un pequeño nevero. Pero ya se ve que en el Pirineo no hay nunca que fiarse: más vale subir cargado en vano que dormir la noche anterior con preocupación doble.

Empezamos a subir a las 7:15 y en la primera hora de ascensión apenas se gana altura. El sendero serpentea por los ibones superiores al Respumoso, y como al llegar al Ibón del Campo Plano está mal marcado, te entran las dudas, así que gracias a un montañero un poco más madrugador que se había perdido queriendo ir hacia Panticosa nos ahorramos un pequeño extravío y dimos con el puentecito de hormigón que te pasa a la margen izquierda del río que alimenta al Respumoso. Con menos agua no habrá problema o pérdida pero como este año había tanta nieve, la única forma de cruzar el río era por ese puente que, como digo, está justo debajo de la presa que se ve en la foto, por lo que hay que descender lo poco que se había subido para pasar por él. Con todo, lo mejor de este comienzo de excursión es que en todo momento ves con nitidez el pico al que vas: el que está a la derecha de esta foto:




Se deja a la izquierda el hermoso llano que conecta con el collado de la Peyre de San Martin y el sendero entra otra vez en un barranco de aguas bravas. Tan bravas y abundantes eran que cruzar uno de sus afluentes se convirtió en una dificultad inesperada. Como saltarlo era imposible había que subir hasta un nevero puente que obligaba a una pequeña trepada y destrepada. Y esta es la foto del momento en la que, curiosamente, el fotógrafo proyecta también su sombra:


Echando la vista hacia arriba aparece ya la primera canal nevosa. Nos costó un poco superarla porque aunque la nieve no estaba dura del todo tuve que ir tallando peldaños todo el rato con las botas para evitar un resbalón, y la verdad es que acaba uno agotado. El otro inconveniente es que en cuanto sales al sol, te da justo de frente y no ves ni pijo, pero eso sí, las fotos salen muy bonitas. Estas son: una desde debajo de la canal, y la otra desde arriba.



Se llega entonces a un pequeño llano donde están los dos lagos del Gran Facha que aún estaban semiocultos por la nieve. Y al fondo de ese llano otro corredor a la sombra con una pendiente algo más dura que la anterior y con la nieve…, también un poco más dura. Pero como se ve por la segunda foto, con sombra de fotógrafo inclusive, también lo superamos y salimos al sol. Al fondo de la foto se ve el Respumoso y en el ángulo superior derecho, el Midi d´Ossau.





Bueno, pues ya estábamos en el collado del Gran Facha a 2.664 mts. Eran las 10:15, o sea que nos había costado subir tres horas justas desde el Refugio. Supongo que sin tener que tallar los dichosos peldaños en la nieve se podrá hacer en algo menos. Al ver la primera imagen que he puesto arriba del todo, o sea, los trescientos y pico de metros de desnivel que nos quedaban en roca, yo dije de reponer fuerzas pero Rosalía dijo que de parar nada, y que para arriba. Y ahí la vemos en el primer tramo todavía apoyándose en los bastones –enseguida los meteríamos en la mochila, conscientes de que era mejor agarrarse a la roca con las manos.




Cincuenta metros por delante nuestro iba una pareja de franceses a los que cogimos en un paso en el que ella se paró haciendo una cruz con los brazos dándole a entender a su compañero que no seguía. Nos juntamos los cuatro y usamos el viejo truco de animarle a ella para darnos ánimos a nosotros, y así continuamos hacia arriba. Estos son en un paso cercano ya a la cima: Marie y Gille, de Bayona.



Al llegar a una falsa cumbre que hay poco antes de la cumbre auténtica y ver el pequeño abismo que se abría entre ambas, Marie volvió a hacer el mismo gesto de antes, pero nosotros repetimos el truco y al final llegamos los cuatro a la cumbre un poco antes de las 12, o sea, en poco más de una hora y media desde el collado. Gracias a ello nos hicieron la foto de la cima sin necesidad de usar el trípode y el automático.

Ellos bajaron rápido (ella seguía asustada, ahora por el descenso), pero nosotros nos quedamos esta vez más de una hora almorzando en la cumbre y disfrutando del espléndido día y del no menos extenso panorama. Y es que alrededor se veía ¡todo! Por poner un ejemplo, mirando hacia el Este, el Vignemale y a la derecha y detrás, el Taillon.


Bueno, nosotros también estábamos algo asustados por el descenso y es que no era para menos. Cuando vas subiendo no te das cuenta de los agujeros que vas dejando a un lado y otro de la cresta, pero cuando bajas… uhhh, hay que agarrarse bien a la roca con las manos. El terreno no te da tregua y se hace agotador, pero cuando ya estás a mitad de la cresta, le empiezas a coger el truco a los pasos y hasta le coges gustillo. Tardamos hora y cuarto hasta el collado, y allí estaban los franceses acabando de almorzar.




Tal y como teníamos planeado desde que pensamos esta excursión, es decir desde que el 8 de diciembre del 2007 vimos el circo del gran facha (v. Montes 12) bajamos a dormir al refugio Wallon, y aunque el descenso nos pareció bastante largo y pronunciado (son 800 mts de desnivel) los hicimos en el tiempo record de 1 h 45 min., -tal eran las ganas de coger por banda unas cervezas frescas. También hubo sus largos neveros y hasta en uno de ellos me descuidé, me caí, y me hice daño en un codo, pero poco importaban esos gajes cuando detrás íbamos contemplando la silueta del primer tres mil que acabábamos de conquistar. Ahí lo podemos ver, ahora desde el lado francés, y desde el refugio Wallon a la caída de la noche.



El regreso fue otra jornada montañera, claro. Yo la había previsto por el collado de Cambales y la Peyre de San Martin pero como me dijeron que las pendientes son allí mayores que en el collado del Gran Facha y ya habíamos tenido bastante con lo del día anterior, volvimos al Respumoso por donde habíamos venido, o sea por el collado del Gran Facha y disfrutando de lo lindo a base de regodearnos con lo ya conocido. Decisión prudente esta vez, cuando comprobamos que todos los que subían desde el Respumoso lo seguían haciendo con los reglamentarios crampones. Del Wallon al collado tomé el tiempo de nuestra ascensión: 2 horas 40 minutos, o sea, cinco minutillos menos del tiempo que ponen en los carteles. Para darnos ánimo, vaya.

(Una nota fotográfica: justo cuando fui a hacer la primera foto de la excursión el protector del objetivo se encasquilló y al darle un pequeño golpecito con el dedo para que se abriera tuve la mala fortuna de tocar el cristal dejándolo sucio para los tres días siguientes. Es por eso que en el ángulo inferior izquierdo se ven todas las fotos con un ligero toque de “flou”. Ya lo siento).