viernes, 30 de septiembre de 2016

224. REMONTANDO 6 KM DEL EBRO HASTA LA PRESA DEL CEMENTERIO DE LOGROÑO



Quinto tramo del Ebro que hago en kayak con el trío formado por el "Capitán" (César Aguilar), el "Presi" (Carlos Alvarez) y "Orellana", o sea, yo (que así me llaman por lo de conquistar alguna isla de vez en cuando...). Seguramente el tramo más duro realizado hasta ahora porque el capitán lo planificó de ida y vuelta saliendo junto a la primera de las presas del regadío de la zona de Mendavia, y remontando unos seis kilómetros hasta la presa de la central eléctrica que está entre el cementerio y la zona de San Francisco en Logroño. Este es el track que me grabó Suunto:


Sábado 24 de septiembre del 2016. Día soleado y temperatura estupenda. Nos echamos al agua en lo que el capitán llama "el embarcadero del rumano":


Una de las ventajas de la inmigración es que las gentes de civilizaciones más normales que la nuestra vienen con las buenas costumbres (aquí perdidas) de disfrutar de los ríos. Según nos contó el capi, unos rumanos "hicieron suyo" este rincón perdido del río y hasta construyeron con ramas una pequeña plataforma sobre el Ebro que..., obviamente se llevó la primera riada (...que el Ebro no es el Danubio, hombre). Donde estuvo el embarcadero del rumano había ahora bastante altura para echarse al agua pero el capitán es muy apañadico y quince metros más abajo encontró este otro embarcadero natural que no lo diseña así ni un arquitecto (ja ja ja ja, como se ríen de mí mis colegas).


A poco que empezamos a remar hacia arriba encontramos la primera isla y la pudimos pasar por el lado derecho, huyendo de la corriente pero atascándonos un poco entre la vegetación. En las fotos de google earth del año pasado no había ni siquiera este paso. El río cambia cada año, y hasta cada mes según el caudal que traiga.


Poco más arriba apareció el primer rápido y lo pasamos andando por el río sin mayores contratiempos:




Llegando a Varea (donde los famosos vados de los romanos) el río apenas tiene profundidad y al decir de César, se lamina, con lo que todo él lleva bastante corriente y no da tregua ni por las orillas. Hay que palear con fuerza para remontar, sí o sí.


Iba yo en cabeza cuando mis colegas me dijeron desde atrás que parase en la margen derecha del río (la izquierda según subimos).


Y es que habían descubierto un rico tomatal salvaje en un cascajo y no era cosa despreciar su frutos:


Mirad que maravilla de cosecha. Y sin plantar, ni regar, ni poner palos:


El presi no cabía en sí de gozo:


Llenamos el tambuche del kayak del capitán y hasta tuve que abrir también el del mío no fuéramos a hundir la embarcación del jefe:


Nos volvimos a pegar a la margen izquierda donde había menos corriente y el biólogo podía recrearse haciendo fotos a la naturaleza.


Pero un poco más adelante, llegando al Sotogalo, la corriente se hizo mucho más fuerte y aunque mis colegas intentaron remontarla por el agua, yo me paré y me salí en el primer sitio que vi accesible. Al sacar el kayak del agua tuve un pequeño percance que pudo haber sido fatal. Había metido el remo dentro del kayak y tirando de la embarcación por el terraplén no me di cuenta de que el remo se salía y se iba al agua. Por suerte lo vi antes de que se alejara mucho, me tiré al río sin pensármelo dos veces y pude a rescatarlo. Tuve suerte porque de haber seguido hacia delante con el kayak cinco segundos más, adiós excursión.


Viendo que el presi no podía con la corriente y yo me quedaba atrás, el capi optó por salir del agua y encontró dentro de la maleza un ancho cauce de crecidas bastante limpio por donde pudimos pasar con los kayaks a cuestas y llegar a la parte alta del rápido:


A partir de ese momento até el remo con un cordino al kayak y ya no vuelvo a llevarlo suelto nunca jamás. Desde este punto Carlos hizo una foto del rápido que nos esperaba a la bajada (luego la pondré) y que asustaba un poco, porque por la zona central tenía unos "borreguitos" de bastante más de medio metro de altura.

La siguiente dificultad (la tercera, creo) estuvo en los rápidos de la desembocadura del Iregua, no muy fuertes, y que pasamos sin mayor problema andando por el cascajo que deja el Iregua al desembocar en el Ebro. Carlitos puso la mano de tal manera que parece que hacía autoestop para que le llevasen Iregua arriba:


Pasado el "cuarto puente" en una zona relativamente tranquila mis compañeros se emocionaron al ver de cerca el Monte Cantabria y se pusieron a hacerle fotos como locos.


El capi nos había hablado de un viejo molino en la zona de las huertas de Madre de Dios cuyo desagüe íbamos a poder ver. Y ahí está, acompañado de un árbol que es toda una escultura:


Bien merecida tiene César esta fotaza de Carlos:


Un poco más adelante dimos con el rápido de la curva que está algo más arriba de la fábrica de Arenzana y cambiamos de orilla para saltar por entre hierbas a un remanso o "madre"...


... desde la que Carlos (que tenía día inspirado) hizo otra fotaza del Monte Cantabria al grito de que ¡esa imagen tan salvaje del mismo Logroño no la tiene nadie!. Y a fe que será verdad:


Quedaba por delante el quinto y último rápido, el de la zona del pozo Cubillas, donde otra vez pasamos a pegarnos a la margen del parque de la Ribera (pues menuda fama tiene el maldito pozo...). Desde allí divisamos ya las torres de nuestras iglesias...


... y Carlitos puso pie al agua todo emocionado a remontarlo como fuera. En realidad, con menos dificultad de lo esperado gracias a un buen suelo de lastras:


Quería llegar hasta la presa sí o sí, y cuando la vio cerca se lanzó como una fiera hacia su presa (y nunca mejor dicho ja ja ja):


¡Ya es nuestra!


El júbilo de la llegada no puede estar mejor contado que con esta foto que me hizo César:


A falta de almuerzo, tiramos de los tomates del tambucho:


... y pusimos proa aguas abajo. Lo que nos había costado tres horas subir, lo bajamos en poco más de tres cuartos de hora.


Otra vez por el pozo Cubillas con el Monte Cantabria al frente pero ahora empujados por el agua:


Junto al parque de la Ribera vi que Carlos saludaba a un amigo y les hice una foto:


Resultó ser un viejo colega suyo de aguas bravas, Jesús Lara Apilánez, que nos dijo que le estábamos dando una envidia enorme. El caso es que para demostrar su afición nos acompañó con la bici hasta la desembocadura del Iregua y nos hizo unas cuantas fotos muy bonitas. Esta, por ejemplo, al paso por el cuarto puente donde el Ebro se había "rizado" un poco con viento del Este.


Allí junto a la desembocadura del Iregua volvía a estar Jesús...


... y nos despedía con una foto más:


El resto fue coser y cantar, incluso en la zona del rápido más fuerte que pasamos a la derecha de los borreguitos, no fuera que por hacernos los valientes estropeáramos la excursión a última hora. Esta es la foto que decía antes:


Y que en realidad no le hace justicia al rápido. Como se puede ver desde el camino de Varea que va junto al río, algún día me pasaré con la bici a verlo porque tiene más alegría de lo que ahí parece.


No contento con la cosecha, el presi volvió a parar en "nuestra" huerta de tomates y yo me di la vuelta para documentar su pasión recolectora. Pero eso no es todo: no contento con los tomates encontró entre las "lentejas" y hierbajos del primer tramo de la subida un buen puñado de berros que también le dio por recolectar:


(En la proa de mi kayak ya se ve el cordino con que llevo atado el remo)

Pasado el último rápido (o el primero según subíamos) sin mayores apuros, ya sólo quedaba avistar la presa de los regadíos (al fondo en la siguiente foto) y buscar el "embarcadero del rumano".


Para estas ocasiones estaría bien dejar puesto un trapo de color fosforito porque los últimos metros  te los pasas con la duda de si... te habrás pasado. Pero..., qué digo..., con un guía con vista de águila como el que tenemos, eso es imposible. Ahí estamos ya saliendo del agua en el magnífico embarcadero cuyas coordenadas dejo puestas en la pestaña "Ubicación" del final del post por si alguien se anima a seguir nuestros pasos (...que no todo fueron paladas):


Como dice el capi, "los kayak son para el verano". Y aunque seguro que saldremos también en otoño, y hasta en algún día benigno del invierno, lo cierto es que con esta estupenda salida nos despedimos del verano del 2016 en que tan poco kayak hemos hecho.

martes, 27 de septiembre de 2016

223. AITZGORRI, 1.528 m, (7k, 700+) por San Adrián



Quería regalarme este año por mi cumple un monte bonito y, de paso, regalárselo también a mi hija Teresa para corresponder a las fotos de su tour por los Dolomitas que nos acababa de traer a casa. Y la elección del Aitzgorri fue todo un acierto. Si a eso sumamos que el día salió espléndido, este año sí que puede decirse que celebré mi sesenta y tres sanmateo ¡por todo lo alto!


Lo único complicado fue la elección del itinerario porque hay wikilocs a patadas y por lo que se ve, cada uno sube al Aitzgorri de donde le parece. Itinerarios muy largos, cortos, circulares, o senderos poco claros. Como no consulté guía o blog alguno, al final elegí subir por la ermita de San Adrián y bajar por la del Santo Espíritu, que me parecieron las rutas más bonitas y frecuentadas, dejando el coche en el aparcamiento que hay al final de una larga pista de cemento que sale de la Venta de Otzaurte. (Ultimamente siempre dejo el punto de parking/inicio del sendero al final del post, en la pestaña "Ubicación").


Echamos a andar pasadas las diez de la mañana, porque desde Logroño hasta el punto de salida hay casi dos horas de coche. En el parking mencionado hay muchas señales y ninguna que ponga Aitzgorri, es decir, que hay que coger la que pone San Adrian (o su equivalente en vascuence que no recuerdo cómo decía) y llegar hasta una curiosa casa como de comienzos del siglo XX que parece semiabandonada o cuando menos cerrada a cal y canto. Allí giramos noventa grados a la izquierda y vemos un espectacular agujero en la pared: la ermita de San Adrián. También vemos un montón de postes y cables eléctricos, ay, que en las fotos de otros excursionistas no estaban. No acabo de entender que la gente haga fotos como quien se pone una venda en los ojos para no ver la cruda realidad.


Debe de ser que subiendo al monte vamos tan contentos que pasamos de todo. O que miramos más al suelo que al cielo.


Tan seguros y decididos vamos hacia la grandiosa entrada de la ermita que tampoco nos fijamos en algunas de las señales del recorrido (parece que todo va a estar muy marcado...). Nos atrae mucho más el juego de formas entre el arco natural del monte y el arco artificial del muro de cierre. Bonito y original:


Traspasado el arco de acceso encontramos bajo el gran techo de roca una ermita convencional que nos hace recordar, por contraste, la ausencia de cubierta de nuestra ermita de San Esteban en Viguera.


Pero lo más curioso del emplazamiento de San Adrián es que el agujero en la pared se prolonga en forma de túnel hasta el otro lado de la montaña por donde sigue nuestro sendero o, según dicen algunos, "toda una antigua calzada romana" (!).


Pasado el túnel vemos ya al fondo el hayedo por el que tenemos que subir al cresterío rocoso del Aitzgorri que se asoma al fondo de la foto:


Dicen que sube tanta gente al Aitzgorri que es imposible perderse, pero..., como San Mateo cayó este año en miércoles y ese día no había nadie...; y como todo el mundo lo debe de tener muy claro pues... ¡que se han olvidado de poner alguna señal en el punto donde hay que dejar la "calzada romana" para girar noventa grados a la derecha e introducirse en el hayedo! Vaya por dios. Siempre igual. Por un pequeño fallo técnico, el track que había buscado en wikilok no se me había descargado y allí no había cobertura para buscarlo. Afortunadamente Teresa lo había bajado para el Suunto y yo me había fijado que la entrada al sendero debía de estar al fondo de una pequeña campa que hay a unos ciento cincuenta o doscientos metros pasado el túnel allí al fondo a la derecha de la foto de arriba.

Estuvimos dando vueltas buscando alguna señal, pero no dimos con ninguna. Y Rosalía ya se nos iba calzada adelante (!). Al final entramos en la campa y lo encontramos. En el track que grabamos con endomondo he marcado con unos puntitos amarillos (para no ocultar la pequeña campa) el punto en donde echamos en falta una señal de salida del camino y entrada al hayedo:


"Haz una foto del sitio", me dijo Teresa; pero yo ya estaba dentro del sendero y la foto no va a decir mucho a quien tenga que buscarlo como nosotros. Lo que sí se ve es la pequeña campa de atrás.


Mirando hacia arriba, está bien claro que todo ese pedrerío desgastado es producto del paso de miles de montañeros:


Pero el hayedo es traidor porque a veces todo parece camino, así que cuando encontramos unas viejas marcas amarillas (que ya parecen líquenes) nos alegramos de estar correctamente ubicados. Sería bueno que se renovaran dichas marcas como han hecho en el sendero por el que volvimos luego.


La pendiente no es tan dura como me esperaba pero el terreno es áspero. La salida se recibe con alegría, especialmente cuando vemos Aratz detrás y celebramos lo altos que estamos ya:


Por delante el terreno sigue pedregoso, pero las viejas y grandes marcas amarillas se ven mejor que en el bosque.


Al cumbrear este tramo de arriba vemos al fondo una canal en diagonal muy pendiente y junto a la roca. ¿Uhhhh, será por ahí...?


Pues sí, es por ahí. No hay sendero por abajo.


Venga, para arriba, que seguro que no falta mucho. El ambiente montañero de ese paso es excepcional:


Al acabar de subir la canal avistamos ya la cumbre del Aitzgorri y su ermita, y yo me pongo tan contento que hago una selfie como si hubiéramos llegado ya (o sea..., como cuando te pones nervioso a la hora de abrir los regalos de cumpleaños):


Pero no, aún falta subir otro buen repechón:


Y cuando llegas arriba...


¡córcholis! parece que se la estén llevando más allá:


Pero como prisa no hay ninguna, lo mejor es hacer el último esfuerzo como quien ya está en la cumbre. De paseo. Llegamos a la ermita y a un bonito refugio... ay, lleno de mierda de cabra. Alguien dejó en su día la puerta abierta y el estupendo recinto creado para pasar allí la noche está que apesta y completamente inservible. Hará falta una buena cuadrilla de esforzados montañeros para volver a ponerlo otra vez en funcionamiento. Qué pena da ver así lugares hechos en su tiempo con tanta ilusión.


De ahí a la cima no hay más que unos metros (foto de presentación). Ahora sí, la selfie del equipo junto a la cruz y el buzón en forma de hacha:


Una mirada a la famosa cresta que sigue hacia el norte:


Y a almorzar.


Soplaba una brisilla fina de las que te deja frío el sudor de la espalda y todos los resguardos estaban llenos de mierda de cabra, así que tuvimos que andar risqueando un poco hasta dar con el lugar idóneo. Eso sí, una vez que lo hubimos encontrado costó más de una hora ponernos después en movimiento. Se estaba de maravilla allí arriba.


Poco antes del último repechón hacia la cima que decía antes, está la bifurcación de senderos. En vez de volver por donde habíamos venido cogimos uno a media ladera en el que...


... no te podías despistar mucho mirando al paisaje porque la pendiente a la izquierda no es que sea vertical, pero es de las de bajar rodando hasta no se sabe donde en caso de caída. Mirando hacia arriba vemos los puntos amarillos con que han marcado recientemente la subida:


Las rocas que vamos dejando atrás están preciosas así que tampoco sería mala opción para subir al Aitzgorri por este sendero.


En ese paso hay que poner más atención, que ahí sí que la caída es vertical.

No se tarda mucho en volver al hayedo...:


... donde la humedad hace que el sendero esté resbaladizo incluso en días soleados como el que tuvimos:


Mis chicas se lo tomaron con mucha calma, y bien hecho, porque cuanto más tiempo estuviéramos disfrutando de la sombra del hayedo, mejor. Hay días en que eso de haber convertido las montañas en campos de competición, donde siempre intentas hacer un "buen crono", no tiene mucho sentido. Y este era uno de ellos:


Cuando se sale del hayedo se ve a la izquierda la ermita del Espíritu Santo, y abajo, la casa cerrada que habíamos visto a la subida:


Junto a la ermita se pasa una valla de protección para el ganado (ahí está también el punto amarillo / bien hecho):


Y se desciende por una amplia campa. En el césped Teresa dejó que sus piernas se estirasen un poco y corriesen a gusto:


Aunque con eso de correr hay que tener cuidado, no sea que animes a las vacas tras de ti...:


En el parking y junto al coche nuevo, palos en alto, grito de saludo de los tres mosqueteros y...¡otro éxito!


Excursión realizada el miércoles 21 de septiembre del 2016, festividad de San Mateo y día de vacaciones en Logroño.


Dejo aquí el enlace al track de Suunto por si alguien se lo quiere descargar. Como ya he comentado antes, en wikilok no lo pude poner.

La cerveza de rigor la tomamos en la Venta de Otzaurte que está justo en el cruce de la carretera de Cegama con la pista de hormigón mencionada. Y además de tomar la cerveza (un buen consejo comercial para acabar), compramos el queso tipo Idiazábal que hacen allí. ¡Está buenísimo!