miércoles, 30 de marzo de 2016

200. PASEO CON RAQUETAS EN LÜSENS. TIROL. AUSTRIA



Para celebrar el 200 aniversario de este blog, hoy nos vamos a dar un paseo con raquetas de nieve por un rincón perdido del Tirol con un ambiente de ensueño. Un valle en dirección Sur-Norte (tomado en el sentido de bajada de las aguas) al que se entra por Gries im Sellrain, pueblecito situado a mitad de camino entre Innsbruck y la estación de esquí de Kühtai (al final del post está el enlace a la localización exacta), donde alquilamos las raquetas. A mitad de valle se pasa por Praxmar y se empiezan a ver alrededor pistas de esquí de fondo. Dos o tres kilómetros más adelante la estrecha carretera llega hasta Lüsens, que no es otra cosa que un parking y un hotel situados a 1.634 m de altitud. Poco antes de llegar allí, y al salir del bosque en una curva a la izquierda, paramos a hacer la foto que he puesto de presentación: imagen tan fascinante que nos tendrá como atontados todo el paseo posando ante ella una y otra vez. Pero tranquilos, que ya veréis como no cansa. Una vez aparcados los dos coches, porque esta vez íbamos en plan familiar, yo soy el primero en posar en el arranque del Winterwanderweg (camino o pista de invierno digo yo que será...):


Y después mi socia, que no quería perderse lo de salir en un escenario tan vistoso:


Y el grupo al completo, faltaría más: Fernando, Elena, Rosalía, Teresa, Josema y..., un servidor en la cámara:


Vale ya de fotos y a echar a andar. Nuestro objetivo no era otro que llegar lo más cerca posible al fondo del valle, porque aquel muro o aquella torre del fondo ya os podéis imaginar que son para nosotros inexpugnables.


Para no molestar a los esquiadores de fondo y para andar por nieve virgen, pronto nos salimos del camino y fuimos por un costado donde había una huella, aunque poca falta hacía porque la nieve se había hecho costra y las raquetas rascaban de lo lindo, crash, crash, crash, crash...


Pero no todo era mirar al pico del fondo, el Lüsener Fernerkogel, que así se llama esa pirámide que llega hasta los 3.298 m. A mano izquierda pasamos por un precioso muro de cascadas de hielo y les hice posar juntos otra vez:


Según nos acercábamos al fondo del valle, el Fernerkogel ya no cabía en la foto y la vista se nos iba hacia ese muro de nieve en donde no parábamos de descubrir a gente subiendo y bajando por él con esquís como si fuera la Gran Vía. ¡Qué nivel tiene la gente por allí...!


Al paso por un típico crucero de madera, Rosalía hizo una espectacular foto al pico:


Y... se puso a tirar del grupo subiendo hacia el muro blanco:


¡Para, para! tuve que decirle, que ese no era el objetivo del día. En ese punto ya llevábamos 2,5 km y algo más de 200+ de subida (aunque parecía llano...). Con dar la vuelta al torrente teníamos bastante. Ahí se ve el terreno que pisábamos, y en el que las raquetas resultaban (ahora sí) imprescindibles.


El altímetro decía que estábamos a 1.850 metros y empezaba a soplar un vientecillo muy fresco, así que di la orden de tirar para abajo:


Junto a los pinos nos encontramos una preciosa casa tirolesa con una terraza espectacular delante para almorzar (que es lo que tocaba ya), pero tenía una cartel que decía "privaten" y había gente en ella que nos lo recordó por si no lo habíamos visto...  ¡Vaya privilegios que se gastan algunos!


Pero bueno, tampoco estaba mal un alargado y popular banco de madera con empalizada para quitar el viento que estaba al lado, y que la máquina de la pista de esquí de fondo tenía bastante limpio:


Yo me puse enfrente para hacerles la foto pero también me cazaron a mí tocando la armónica.


El regreso lo hicimos por el otro lado del río...


... donde a mitad de camino y en un pequeño alto hay una cabaña de piedra mucho más modesta que la casa anterior y que ilustra perfectamente ese post que escribí hace unos años sobre el sitio donde me gustaría refugiarme para huir de la Navidad: (edificios LHD 64)


Muchas comodidades no tendrá esa cabaña, pero un kilómetro más abajo está el hotel de Lüsens donde te ponen estupendas Hefeweisen Biere y unos no menos deliciosos Apfelstrudel con "vainillen" (ja ja ja, el alemán es muy fácil, se le pone un -en al final de nuestras palabra y ya está).


Uy, casi se nos había olvidado la vista principal del día, que... es la vista también de esta terraza, cómo no:


Al salir del parking había un cartelito con las rutas de esquí de travesía de la zona..., por si alguno se anima:


Nuestro equipo se conforma con haberlo descubierto, haber tenido salud para estar allí y haber dado una pequeña vuelta con raquetas de nieve el Domingo de Resurrección (inmejorable efeméride) 27 de marzo del 2016.

Aquí el track y el consabido vídeo de Suunto que siempre se equivoca al poner el punto más alto del recorrido:







lunes, 14 de marzo de 2016

199. MOJÓN ALTO, 1.767 m, (12k 720+) con raquetas de nieve, desde Villoslada



La ascensión a Mojón Alto desde Villoslada es un ruta circular muy sencilla y frecuentada, excepto... si hay medio metro de nieve recién caída; en cuyo caso, se hace bastante más dura de lo normal, y por supuesto, no te encuentras a nadie. Como ya le veníamos cogiendo el gustillo a las raquetas y el jueves 10 de marzo del 2016 cayó una buena nevada en la zona, me planteé para el domingo 13 hacer esta ascensión deseada hace bastante tiempo.

De entrada y para la subida, elegí la ruta más corta y empinada, es decir, la que discurre por el lomo occidental del barranco del Maguillo. Son 5,5 km y 720+. Una vez arriba, pensé que sería más cómodo bajar por la pista que va a media ladera del costado izquierdo del barranco del Maguillo hasta la dehesa del Rebollar, justo encima de Villoslada, que es dos kilómetros más larga; pero me equivoqué porque las raquetas se hundían demasiado en un terreno bastante llano y blando, y nos costó bajar tanto o más que subir. Pongo el track que nos grabó endomondo de la conocida ruta circular que hicimos en el sentido de las agujas del reloj. Dos horas cuarenta y cinco minutos para el ascenso, media hora de almuerzo en la cima, y dos horas quince minutos el descenso, total cinco horas y media.


Según llegábamos a Villoslada, Rosalía pronosticó que íbamos a poder salir con raquetas desde el coche, pero no fue así. Entre el viernes y el sábado se fue la nieve en las calles del pueblo y también en el primer tramo del sendero que discurre junto al arroyo del Maguillo. Este es el punto de salida, bien marcado por unas flechas:


Y así estaba el sendero en su comienzo:


En las fotos parece más limpio de lo que estaba. En realidad el deshielo lo había convertido en muchos de sus tramos en un verdadero e incómodo río, y el paso del arroyo a la margen derecha tampoco fue nada fácil porque bajaba bastante agua.


Una vez en la margen derecha del arroyo, y según empezamos a subir, fue desapareciendo el agua y el barro hasta que llegados hacia la mitad de la diagonal por la que se asciende al lomo del monte (unos dos kilómetros desde la salida) decidimos ya ponernos las raquetas. Este es el momento:


Aún había marcas de alguien que había subido andando, pero la huella se acabó poco después de llegar a lo alto del lomo, donde hay una flecha que señala claramente que el sendero sigue hacia la derecha.


Desde ese punto se ve ya la cima, pero a fe que queda bien lejos:


La primera parte de la ascensión es agradable pero el último repechón anterior a la llegada a la estela romana es bastante exigente, y si en cada paso se suben veinte centímetros pero en cada pisada la nieve se hunde diez, las cuentas del desnivel hay que revisarlas a la alza.


Este el ,momento en que llega Rosalía a la famosa estela romana:


Desde allí la cumbre no parecía tan lejana ni la subida tan pendiente como en el tramo anterior, pero con raquetas se anda mucho más lento de lo normal y como al final, el cierzo pegaba fino del costado izquierdo, se hizo bastante duro.


Para compensar los esfuerzos, a mano izquierda teníamos una vista preciosa del Cabezo del Santo:


No sé que pasaba que parecía que la caseta se la fueran llevando cada vez más lejos:


Y yo venga a hacer fotos a ver si así llegábamos ya:


En la cima, dos fotos más, una para cada uno.



Se estaba mejor al sol y al resguardo del viento, que metidos en la parte abierta de abajo, donde como casi siempre en nuestros refugios, la suciedad es la norma. No sé tampoco qué le pasaba a la puerta que apenas se podía abrir. Lo malo de la caseta es que no tiene ni un miserable poyo para sentarse por lo que tuvimos que almorzar de pié. El panorama hacia el sur es amplio y muy bonito pero estaba bastante neblinoso. Demasiadas vallas con alambres de espinos en el recorrido y alrededor de la caseta, pero nunca soy propenso a hacer fotos que falseen la realidad.


Porque bellezas en la nieve, la verdad es que no faltan. Por ejemplo, la de este primer árbol en el descenso que también da idea del fresquito que hacía por allí arriba.


Llegados de nuevo a la llanada donde está la estela romana, y previendo que la parte baja del sendero por donde habíamos venido aún estaría peor de barro y agua, nos metimos por la pista para hacer la circular. Este es el momento en que Rosalía entra en ella:


Al cabo de un rato, vi que Rosalía se paraba y me daba paso. Y a fe que entendí la razón: abrir huella costaba un congo porque la pista es poco pendiente y las raquetas se hundían más de la cuenta.


Bonito sí que estaba, pero muy fatigoso. Al llegar a la Dehesa del Rebollar se agradece el cartel que señala el sendero por el que se baja directo a Villoslada. Unas marcas naranjas y verdes pintadas en los troncos de los árboles nos guiaron bastante bien por la parte más alta, donde no había huella...:


...y por la parte más baja donde nos quitamos ya las raquetas porque la nieve dio paso a un buen barrizal:


Cuando se sale del bosque se está encima de Villoslada. Hay que bajar esa ladera por donde puedas, zigzagueando entre matas y vacas, pero la satisfacción por ver ya completada la aventura compensa lo malo del terreno.


Al final se cruza una puerta metálica por donde se iniciaría el recorrido en caso de hacerlo al revés.


Los datos de la peliculilla del Suunto no son correctos porque al agacharme a poner las raquetas y doblar la muñeca se debió de dar solo el botón de pausa y para cuando me di cuenta de que estaba parado ya habíamos subido un buen rato (el trozo que aparece completamente recto en el vídeo). Aún así lo pongo porque siempre queda muy dinámico y bonito:



Excursión realizada el domingo 13 de marzo del 2016.

martes, 1 de marzo de 2016

198. CABEZO DE PIQUERAS, 1.931 m. (8k, 600+) con raquetas de nieve. Venta de Piqueras



El Cabezo de Piqueras es una montaña que tiene una vista más reconocible en su punto de salida que en su silueta. El 21 de febrero del 2016 ese punto de salida, es decir, la Venta de Piqueras (1.348 m) , estaba así de concurrido:


Pero en cuanto pasamos de ese poste que indica el comienzo de ascensión al Puerto de Piqueras ya no encontramos caminando a más de una docena de gentes. A pesar de que la nieve estaba algo dura y pisada fuimos subimos hasta el puerto con las botas pues nos pareció que no había suficiente capa como para poner las raquetas.


La ascensión es muy tendida y muy bonita. Nos extrañó que con los coches que había abajo no hubiera mucha gente andando. Hasta el puerto son tan sólo 2,4 kms de agradabilísimo y seguro paseo.


Otra cosa, en cuanto a claridad del recorrido, es cuando llegas al puerto de Piqueras, te encuentras con la vieja carretera, y te propones subir al Cabezo. Vimos la valla de alambre de pinchos que separa Soria de La Rioja, vimos unas pisadas en la nieve bastantes profundas a su derecha y tiramos por ahí. Cien metros más adelante los que habían intentado subir sin otro medio que sus botas, se dieron la vuelta. En ese momento decidimos ponernos las raquetas y empezamos a abrir huella.


El terreno se llena de brezos y trato de seguir la pista de unos animalillos que han bajado por donde más limpio estaba:


...pero como mi colega se queja del terreno, hago un acercamiento a la valla y veo que por la vertiente soriana hay una huella de alguien que ayer u hoy ha subido con raquetas. Además, mirando hacia arriba lo único limpio que se ve es una diagonal blanca que imagino que es la del propio trazado de la valla. Cruzamos la alambrada con cuidado de no pincharnos y aunque en ese momento parece más limpio el terreno riojano que el soriano, echamos una sonrisilla para la afición:


La canal de quien había abierto huella no era tampoco ninguna maravilla pero se podía subir por ella:


Acarrear las raquetas desde la Venta hasta el puerto de Piqueras nos creó la duda (como siempre) de si no hacíamos el tonto cargando innecesariamente con ellas, pero recorriendo este tramo celebramos el éxito de haberlas traído y de habérnoslas puesto, pues de lo contrario no hubiéramos subido.


No es que hubiese mucha capa de nieve pero el problema es la irregularidad de la misma: en unos sitios pisas roca y en otros nos hubiéramos hundido hasta la rodilla.


La cima no se hace esperar y el vértice geodésico aparece entre un grupo de rocas del último repecho.

A pesar de lo bonito que parece el día, tuvimos mala suerte con el viento porque sopló fuerte de sureste y no pudimos disfrutar de la cima. Selfie junto al vértice geodésico, un par de fotos panorámicas y para abajo.




Quedaba por ver qué tal se iban a comportar las raquetas en la bajada y si se nos iban a enredar con los brezos dándonos alguna talegada.


La cosa fue tan bien que hasta le hice un pequeño vídeo a mi colega:



Poco antes de llegar al puerto, donde hacía ya menos viento, encontramos un pino tumbado y dimos cuenta del almuerzo. Maravilla de restaurante.


Hechos ya al descenso con las raquetas fijadas en la parte de atrás, bajamos hasta la Venta con ellas puestas todo el tramo que habíamos subido con las botas.


Y aquí tengo que contar un pequeño contratiempo por si nos sirve de experiencia para el futuro tanto a nosotros como a quien nos lea. Poco antes de llegar a la Venta y viendo que apenas quedaba nieve me quité las raquetas y empecé a bajar alegremente con las botas. Craso error. Pisé unas rocas con un poco de nieve y agua, resbalé, y me di una culada contra la piedra de padre y señor mío ay ay ay. Qué dura que estaba. Y es que el agarre de las botas no tiene nada que ver con el de las raquetas. Hay que tener mucho cuidado cuando se cambia de pisada.

Con almuerzo incluido, muchas fotos, pasos de vallas de espinos y montajes y desmontajes de raquetas varios y en plan tranquilo, empleamos casi cuatro horas. Al llegar a la cima creo recordar que el reloj me marcaba una hora y tres cuartos. Son en total poco menos de 8 kms y 600+.

Muchos tracks proponen hacer la excursión circular y subir o bajar por el lomo siguiente al barranco del nacedero del río Piqueras, es decir, por el más occidental. Pero viendo la ausencia de huellas y la poca gente que gusta de andar por estos sitios en días de invierno (en el tramo superior de la ascensión no nos encontramos a nadie), preferimos bajar por donde habíamos subido. Dejo aquí la foto del recorrido sobre el mapa con relieve de google earth y la peliculilla que últimamente nos hace el Suunto.