domingo, 27 de septiembre de 2015

192. EN KAYAK A LAS ISLAS MEDES



Me había hecho ilusiones de que este verano del 2015 iba a ser el verano del descubrimiento del kayak pero tiene uno tantos pájaros en la cabeza que al final lo de palear en el agua se había quedado bajo mínimos: el descenso por el Duero en Soria que ya conté en mayo, y un paseo por el pantano de Vinuesa. Menos mal que al final de septiembre se ha arreglado un poco, porque la impensada salida hasta las Islas Medes me ha hecho muy feliz y me ha hecho concebir nuevos proyectos.


Llevamos muchos años yendo a L'Estartit y contemplando a todas las horas del día el magnífico paisaje que dibujan sobre el mar las famosas Ilas Medes (ver foto al amanecer en la presentación) pero mi desconocimiento del medio marino es tal nunca se me había ocurrido que podríamos llegar en kayak hasta ellas. Hace muchos años nos montamos en uno de esos barcos turísticos con bajos transparentes que te llevan a ver pececitos junto a las islas y me dio la impresión que estaban bastante lejos de la costa; pero cuando hace unos días nos animamos a alquilar un par de kayaks de una plaza del tipo sit on top en el chiringuito de hamacas de la playa y le pregunté al encargado que hasta donde se podía ir en una hora (8 euros cada uno), me respondió que si no íbamos hasta las Medes quedaríamos fatal. Pues nada, dicho y hecho.


La pena es que como todo fue improvisado, no llevaba ni cámara de fotos ni protector para el agua, así que las preciosas estampas de mi socia paleando con su vistoso salvavidas amarillo entre la playa y las islas se han quedado en mi memoria visual y todo lo más que puedo hacer es pedir prestadas algunas fotos de otros palistas que he encontrado por la red para hacernos una idea (gracias a todos).


Lo he medido en google earth y la distancia en línea recta no es más que un kilómetro y setecientos metros, por lo que yendo en plan tranquilo se llega en unos veinte minutos. Pasado el espigón del puerto, el mar estaba más ondulado de lo que pensábamos y te da un poco de respeto, pero como no podíamos fallarle al del puesto de alquiler, nosotros tiramos rectos y... ale, hasta la pequeña ensenada de embarque de la isla grande sin respirar.


Una vez allí lo lógico hubiera sido emplear una segunda hora en dar cuando menos una vuelta a la isla pequeña y en acercarse hasta el cavall Bernat, -ese colmillo más meridional en el que ponen su ilusión todos los escaladores que pasan por allí hasta que les dicen que es parque natural y que nanainas. Pero como con llegar hasta la isla grande ya nos había parecido poner una pica en Flandes, dejamos lo segundo para otro año.


Como en el regreso aún nos sobraba algo de tiempo hasta se me ocurrió que podríamos meternos en el puerto a dar un paseo entre los veleros, pero luego pensé que igual estaba prohibido y que nos podían echar de allí con cajas destempladas; así que mientras no lo sepamos mejor no hacer el indio.


Con el mar tranquilo se podría uno aventurar en ir hacia el norte hasta la Calleleta o la Cala Pedrosa;  y en caso de estar demasiado movido como para acercarse a las rocas, otra posibilidad de paseo en kayak por allí sería la de ir en paralelo a la playa hacia el sur hasta la desembocadura del Ter (la Gola lo llaman) y meterse un poco por el río. La distancia es un poco más larga, 3 km de ida y 3 de vuelta, pero junto a la costa.


Si no lo habéis hecho y tenéis la oportunidad, animaros que es una excursión preciosa. Y es que... cuando uno hace estas cosas tan bonitas y sencillas siempre se queda con la pregunta: ¿cómo es que nadie nos lo había dicho antes...?


lunes, 14 de septiembre de 2015

191. SAN MILLÁN, 2.131 m. (16k 1.100+) Sierra de la Demanda. Burgos



Tenía ganas de subir al San Millán desde el área recreativa que hay a dos o tres kilómetros al sur de Santa Cruz del Valle Urbión porque había leído que el hoyo que tiene hacia el Norte y el muro final a su cumbre es espectacular y muy montañero. También había leído que era un monte muy frío y ventoso y que en determinadas condiciones había quien se había dado la vuelta. Y es que los seis kilómetros de aproximación al punto donde se llega al hoyo y se avista la cumbre pueden desgastar bastante. Todo depende del agua que baje por el arroyo mayor del río Urbión, porque sendero y río van un buen tramo juntos. A comienzos de septiembre del 2015 no había que temer al caudal del río pero el domingo 13 salió muy ventoso y en la parte de arriba nos ventiló de lo lindo. Por cierto, no hay que confundir este río Urbión con el homónimo que baja del Pico Urbión a las Viniegras y entrega sus aguas al Najerilla. Este de Santa Cruz las lleva al Tirón poco antes de llegar a Belorado.


Seis km por el bosque y dos por el hoyo hasta alcanzar la cumbre son ocho km y no siete como dice el cartel de la zona recreativa donde se deja el coche (1.040 m de altitud). Como la cima está a 2.131, son casi 1.100+ de desnivel. El cartel dice que se hace en 3 horas, pero ahí sí que le recortamos algo: 2 h 40 minutos.


El mapa del track sin relieve no dice gran cosa pero aquí lo dejo por aquello de los kms y el perfil:




Como a las nueve y media de la mañana no había absolutamente nadie, aparcamos cuando vimos las primeras mesas de lo que podía ser la zona recreativa que buscábamos, pero cuando echamos a andar nos dimos cuenta de que aún había otra área algo mejor acondicionada unos doscientos metros más adelante (ver punto exacto de salida en la localización que pongo al final de post).


Rosalía se abrocha el polar porque el viento daba de cara y era fresco.


Aunque el sendero va saltando de un lado a otro del valle, no tiene pérdida. Lo que asusta al principio es lo lejos y lo alta que se ve la línea de las cumbres. Máxime si tenemos en cuenta que en los tres o cuatro primeros kilómetros apenas se gana altura.


Hacia el km 4 el sendero se confunde prácticamente con el arroyo y se agradece de veras que no baje agua. También se agradece, y mucho, que los amigos montañeros lo hayan llenado de cahíres, porque en algunos momentos tienes la sensación de haber perdido el camino.


Aunque parezcan innecesarios, también se agradecen los cahíres cuando vuelves a los tramos más marcados, no fuera a ser que hubieras cogido por error alguna vieja trocha maderera.


Hacia el km 5 hay un estupendo chozo de piedra para refugiarse en caso de necesidad.


El sendero se empina bastante en el último tramo del hayedo y pasa por tramos muy bonitos. Al final de este tramo se vuelve a cruzar el menguado cauce del arroyo...


... y después de hacer una ese, se llega enseguida al tan esperado gran hoyo del San Millán.



Estábamos completamente solos pero los numerosos cahíres seguían acompañándonos en la ascensión cuando el terreno se empezaba a poner duro.


El primer resalte se salva por aquella canal de la derecha que se ve en la foto de arriba.


Superado el primer escalón los cahíres siguen llevándonos por la derecha del hoyo hasta que justo debajo del muro final se duplican y te indican claramente que puedes optar por hacer la vía directísima a la cumbre o por dar una pequeña vuelta ganando un collado a la derecha.



Nosotros optamos por el collado, que bastante pendiente tenía ya; aparte de que pasadas las dos horas sin reponer energías, las fuerzas siempre empiezan a ir más justas.


En el momento de llegar al collado, el viento en contra casi nos echaba para atrás, pero la cumbre estaba ya a un paso.


Acercándonos a la cima nos cruzamos con el único montañero que vimos en todo el día. Bajaba tan aturdido por el viento que apenas articuló un buenos días (?).


En cuanto llegamos a la cumbre nos tiramos a un salvífico hoyito de piedras que otros beneméritos colegas han levantado en tan inhóspito lugar, nos calentamos las manos (que las teníamos heladas) nos hicimos la selfie de rigor, y dimos cuenta apresurada del almuerzo.


Otra foto mirando al valle por donde habíamos venido...:


... y corriendo para abajo que el cielo empezaba a ponerse muy gris.


Habían dado lluvia para las cinco de la tarde, pero a la una ya nos cayeron las primeras gotas. Con días tan alborotados de viento no te puedes fiar.



No sé si sería por el chaparrón que parecía avecinarse, en el último tramo de descenso del hoyo me fijé en la existencia de otro bonito chozo de piedra:


Por suerte el cielo aguantó lo gordo y el follaje del bosque hizo más llevadera la fina e intermitente lluvia que nos acompañó hasta abajo.


En el final del hoyo y comienzo del bosque siempre puedes despistarte, pero ahí están otra vez los cahíres para no perderte.


De nuevo en el tramo bonito del hayedo (km 6 al 5 en ascenso/ o del 11 al 12 en el descenso)


y más fotos del tramo entre el 4,5 y 3,5 donde arroyo y sendero van tan juntos que no me importa repetir una vez más las gracias a los artistas de los montoncillos de piedras de señalización.


Rosalía siempre baja con más cuidadito que yo. Aún así empleamos sólo 2 horas y diez minutos en el descenso.


Para días de primavera queda pendiente subir a las tan celebradas cascadas que bajan de los barrancos ubicados a la izquierda del valle (aguas abajo) cuyos entretenidos senderos , según los relatos que he podido leer, no ofrecen mucha confianza en jornadas tan montañeras como las de hacer la cima del San Millán.


Como dice Arguiñano: otro éxito.


lunes, 7 de septiembre de 2015

190. PUERTO (2.448) Y TUC DE VIELHA, 2.603 m desde la Boca Sur del Túnel (1.590)



Se nos iba ya el verano del 2015 sin haber hecho nada en los Pirineos y de vuelta de una mudanza en Suiza sin ascensor en la que hicimos más metros de desnivel que en un tres mil (o sea, que estábamos en forma) pensé en entrar a España por el Valle de Arán para cumplir el tan esperado proyecto de ascender al viejo puerto de Viella. Invité a Carlos Lloret, a quien sabía que esta excursión le iba a gustar, pero no pudo venir por asuntos familiares. Estaba escrito de todos modos que íbamos a hacerla en compañía porque justo al llegar al aparcamiento de Espitau en la boca sur del túnel a las 8 y cuarto de la mañana,vimos a bajarse de un coche nada más y nada menos que a dos compañeros pediatras de Logroño y amigos de Rosalía: José Vicente Bernad e Irene Calavia. Ni habiendo quedado previamente hubiéramos coincidido con tanta exactitud en el mismo punto y a la misma hora. Con semejante sorpresa no podía empezar la excursión mejor.


Para ellos era la última etapa de una curiosa iniciativa turístico-montañera que consiste en hacer andando toda la vuelta al macizo del Aneto saliendo de Viella y durmiendo en hoteles a los que te van llevando la maleta en coche. Venían de pasar la noche en el pueblo de Aneto y su plan era acabar el recorrido hasta la misma Viella. Nuestro plan era hacer autoestop en la boca norte del túnel para volver hasta el coche pero finalmente bajamos los cuatro juntos hasta Viella para recuperar nuestro coche subiendo con el suyo.


Todos los comentaristas de esta ruta no dudan en repetir que se trata de un bello recorrido por el "histórico camino" que unía el Valle de Arán con el resto de España antes de hacer el famoso túnel, pero yo había mirado atentamente el terreno en google earth y ya me había cerciorado de que la naturaleza ha ido borrando las trazas del camino que pudo haber y que la ruta tiene mucho más que ver con una dura ascensión por senderos pirenaicos que con el recorrido por un viejo camino. En la ascensión de sur a norte, sólo el primer kilómetro compartido con los que van al refugio del barranco de Mulleres tiene trazas de camino. Por ahí echamos a andar a primera hora de la mañana en un día que se anunciaba limpio de nubes y caluroso.


Mirando hacia atrás vemos el punto de salida con el Espitau y las instalaciones de la boca sur del túnel en la cabecera del valle del Noguera Ribagorza.


A un kilómetro más o menos de la salida (el endomondo me hizo una pequeña pirula con el GPS y me lo cantó antes de tiempo) está tirado en el suelo el cartel que indica el comienzo del sendero al Puerto de Viella. Conviene saberlo. 


El barranco de subida parece bastante evidente pero en cuanto se gana un poco de altura...

...el sendero se introduce en el bosque de la izquierda..


... y hay que estar atentos para no perderse. 


Pedregoso y con bastante pendiente, aún nos pilla en la sombra y con las fuerzas intactas. 


Los colegas subían muy bien aunque... siempre es prudente no dejar que Rosalía tire del grupo porque nos machaca.


Cuando se supera el bosque se ve mucho más clara la amplia canal por la que discurría el viejo camino. Como por los prados el sendero se ve bastante menos parece conveniente decir que al llegar al torrente aquel del fondo (foto de arriba) hay que pasar al otro lado:


A falta de un sendero evidente hay algunos "cahíres" que lo indican, palabra esta, cahír, que nos entretuvo un rato hablando porque José Vicente e Irene la desconocían.


Otro poco más arriba (vamos ya por el km 3 de mi track) vemos tres grutas de hormigón hechas en la pared, refugios de épocas bélicas que nos crean un nudo en la garganta. Hay que salir un poco del sendero para visitarlas, cosa que evidentemente hicimos. 


Se nos acaba la sombra cuando el sendero se va hacia al Oeste iniciando esa reconocible vuelta en sentido contrario a las agujas del reloj (ver el track) para ganar altura de la forma más cómoda. En lo alto del mismo encontramos otro resto bélico mucho más agresivo: un pequeño bunker con la boquera apuntando al paso del puerto. 


Resulta descorazonador imaginar a los hombres matándose en el esplendor de esta naturaleza. 


En esta foto, hecha un poco más arriba, se ven bastante marcadas las eses del viejo camino antes de llegar al oculto bunker (ese bultito de piedras ahí en medio). Como nada más pasarlo se avista ya un collado, uno cree que ha llegado al puerto pero no. 


José Vicente dijo que al otro lado de ese collado tenía que haber una fuerte cortada y Rosalía apuntaba en este momento con su bastón hacia otro montón de piedras con un agujerito negro que sugería la existencia de un segundo búnker. Una vez en casa y con el google earth en relieve vemos porqué ese collado, más bajo que el del puerto, no es el bueno:


y es que como bien intuía José Vicente, al otro lado hay unas pendientes muy fuertes:


Así pues nos encaminamos definitivamente hacia el puerto verdadero por un pedregoso sendero en ladera con el Tuc de Viella al fondo presidiendo la escena:


Además de tener compañía, lo bueno de ir con amigos es que sales en las fotos. Y esta panorámica que me hizo Irene es de antología:


Al cruzar el último barranco se aprecia algo así como un muro construido para proteger el paso:


Ya queda muy poquito para llegar pero el terreno es montañero de verdad, nada de camino mulero. 


Pasado este tramo se avista el puerto (2.448 m.):


La foto que conmemora nuestra llegada es la que he puesto arriba como presentación del post. De la medición de 6,5 kms no me fío pero el tiempo que nos costó, con bastantes paradas para fotos y descansitos es real: 2 horas 15 minutos. Había mucha gente en el puerto y al poco de llegar nosotros, todos emprendieron la subida al Tuc (2.605 m), así que ni nos lo pensamos dos veces. 


Para quitarle el aire de romería y darle un tono algo más deportivo, Rosalía y yo pusimos el turbo y fuimos adelantando a los menos rápidos. Un par de ellos se nos resistieron y ya estaban arriba cuando llegamos nosotros. 


Lo primero fue mirar hacia el otro lado y descubrir la belleza del estany redondo ahí a un paso, con el Montartó detrás y el Baupaume allá a la lejos a la izquierda en la línea del horizonte con todo el valle de Arán por medio.


La llegada de nuestros amigos nos da pié para mostrar la perspectiva más espectacular de la cima en la que se ve el Aneto como la altura máxima de los Pirineos con su debilitado trozo de hielo a la derecha debajo de las Maladetas. 


Con un poco de zoom se ve mejor:


Con tan magnífico astro y mejores perspectivas no hubo duda sobre la oportunidad del almuerzo, aunque para que nos diera el sol en la espalda sudada pusimos el punto de vista hacia el noroeste. 


Estando en la faena vino un chico del numeroso grupo que nos había acompañado en la subida para decirnos que iban a echar allí en la cumbre las cenizas de un familiar amigo. Mira por dónde que también asistimos (aunque a prudente distancia) a una solemne ceremonia.


Uno de los asistentes, que trabaja en el Bar Restaurante Basteret, nos explicó luego (en la cerveza que tomamos al llegar a Viella en dicho bar) que era un tío suyo de ochenta años, y que a los 76 había subido por última vez (ya lo había hecho más veces) al Montblanc (!!!). Descanse en paz, y enhorabuena por tan larga vida, tanta montaña y el lugar elegido para descansar. 

Aún nos quedaba a nosotros un posado colectivo en la cumbre...:


...y otro de Rosalía hacia el valle del Noguera Ribagorza, el único que nos faltaba por documentar:


La chica que nos hizo las fotos había subido desde la boca Norte y decía que el pedregal último era durísimo. En el comienzo del descenso por ese lado pudimos comprobar que no le faltaba razón:


Para que se me hiciera algo más corto, yo me puse a trotar un rato y la siguiente foto la hice hacia arriba. A Rosalía aún se la ve un poco por el cortavientos naranja pero José Vicente e Irene no son más que un par de puntitos en ese mar de piedras :


Pasado ese pedregal viene un tramo algo más amable...:


... aunque un poco más adelante se vuelve a convertir en un sendero en ladera con bastante pendiente por el que pasar en invierno con nieve helada tiene que infundir cierto respeto:


Una vez superado este paso se abre un amplio lomo donde el sendero no está muy claro (hay distintas variantes) y se puede perder con facilidad, al menos bajando :



En todo caso, todos parecen juntarse al final de aquel prado de abajo donde está la llamada caseta del port en la que pensamos que... ¡bien podía haber un parado vendiendo cervezas, ja ja ja!  


A partir de ahí entramos en el bosque y sus caminos, y hay que guiarse por las señales. El primero de los caminos nos hubiera llevado hacia el Oeste a la boca norte del túnel, pero como habíamos decidido acompañarles hasta Viella, seguimos hacia abajo alternando caminos y senderos según nos iban diciendo los indicadores. 




Yo iba un tanto sediento y..., aún peor, renegón, porque mis tres acompañantes eran médicos y los tres coincidían en no dejarme coger agua de los arroyos. 


Según bajábamos apretaba el sol, ardían los pies y seguía sin haber agua potable..., pero bueno, al fin apareció a la izquierda el parador de Viella...


y llegamos a Viella a cervecear a eso de las 3 de la tarde, después de 5 horas 46 minutos andando y una horita de parada en la cumbre.


Como Viella está a 974 m, el descenso desde el Tuc es de 1.605 metros. El track señalaba una distancia total de 18 kms, pero con la pirula del primero se quedaría en algo menos (17,5 o así). 

Excursión realizada el sábado 29 de agosto del 2015.