Se nos iba ya el verano del 2015 sin haber hecho nada en los Pirineos y de vuelta de una mudanza en Suiza sin ascensor en la que hicimos más metros de desnivel que en un tres mil (o sea, que estábamos en forma) pensé en entrar a España por el Valle de Arán para cumplir el tan esperado proyecto de ascender al viejo puerto de Viella. Invité a Carlos Lloret, a quien sabía que esta excursión le iba a gustar, pero no pudo venir por asuntos familiares. Estaba escrito de todos modos que íbamos a hacerla en compañía porque justo al llegar al aparcamiento de Espitau en la boca sur del túnel a las 8 y cuarto de la mañana,vimos a bajarse de un coche nada más y nada menos que a dos compañeros pediatras de Logroño y amigos de Rosalía: José Vicente Bernad e Irene Calavia. Ni habiendo quedado previamente hubiéramos coincidido con tanta exactitud en el mismo punto y a la misma hora. Con semejante sorpresa no podía empezar la excursión mejor.
Para ellos era la última etapa de una curiosa iniciativa turístico-montañera que consiste en hacer andando toda la vuelta al macizo del Aneto saliendo de Viella y durmiendo en hoteles a los que te van llevando la maleta en coche. Venían de pasar la noche en el pueblo de Aneto y su plan era acabar el recorrido hasta la misma Viella. Nuestro plan era hacer autoestop en la boca norte del túnel para volver hasta el coche pero finalmente bajamos los cuatro juntos hasta Viella para recuperar nuestro coche subiendo con el suyo.
Todos los comentaristas de esta ruta no dudan en repetir que se trata de un bello recorrido por el "histórico camino" que unía el Valle de Arán con el resto de España antes de hacer el famoso túnel, pero yo había mirado atentamente el terreno en google earth y ya me había cerciorado de que la naturaleza ha ido borrando las trazas del camino que pudo haber y que la ruta tiene mucho más que ver con una dura ascensión por senderos pirenaicos que con el recorrido por un viejo camino. En la ascensión de sur a norte, sólo el primer kilómetro compartido con los que van al refugio del barranco de Mulleres tiene trazas de camino. Por ahí echamos a andar a primera hora de la mañana en un día que se anunciaba limpio de nubes y caluroso.
Mirando hacia atrás vemos el punto de salida con el Espitau y las instalaciones de la boca sur del túnel en la cabecera del valle del Noguera Ribagorza.
A un kilómetro más o menos de la salida (el endomondo me hizo una pequeña pirula con el GPS y me lo cantó antes de tiempo) está tirado en el suelo el cartel que indica el comienzo del sendero al Puerto de Viella. Conviene saberlo.
El barranco de subida parece bastante evidente pero en cuanto se gana un poco de altura...
...el sendero se introduce en el bosque de la izquierda..
... y hay que estar atentos para no perderse.
Pedregoso y con bastante pendiente, aún nos pilla en la sombra y con las fuerzas intactas.
Los colegas subían muy bien aunque... siempre es prudente no dejar que Rosalía tire del grupo porque nos machaca.
Cuando se supera el bosque se ve mucho más clara la amplia canal por la que discurría el viejo camino. Como por los prados el sendero se ve bastante menos parece conveniente decir que al llegar al torrente aquel del fondo (foto de arriba) hay que pasar al otro lado:
A falta de un sendero evidente hay algunos "cahíres" que lo indican, palabra esta, cahír, que nos entretuvo un rato hablando porque José Vicente e Irene la desconocían.
Otro poco más arriba (vamos ya por el km 3 de mi track) vemos tres grutas de hormigón hechas en la pared, refugios de épocas bélicas que nos crean un nudo en la garganta. Hay que salir un poco del sendero para visitarlas, cosa que evidentemente hicimos.
Se nos acaba la sombra cuando el sendero se va hacia al Oeste iniciando esa reconocible vuelta en sentido contrario a las agujas del reloj (ver el track) para ganar altura de la forma más cómoda. En lo alto del mismo encontramos otro resto bélico mucho más agresivo: un pequeño bunker con la boquera apuntando al paso del puerto.
Resulta descorazonador imaginar a los hombres matándose en el esplendor de esta naturaleza.
En esta foto, hecha un poco más arriba, se ven bastante marcadas las eses del viejo camino antes de llegar al oculto bunker (ese bultito de piedras ahí en medio). Como nada más pasarlo se avista ya un collado, uno cree que ha llegado al puerto pero no.
José Vicente dijo que al otro lado de ese collado tenía que haber una fuerte cortada y Rosalía apuntaba en este momento con su bastón hacia otro montón de piedras con un agujerito negro que sugería la existencia de un segundo búnker. Una vez en casa y con el google earth en relieve vemos porqué ese collado, más bajo que el del puerto, no es el bueno:
y es que como bien intuía José Vicente, al otro lado hay unas pendientes muy fuertes:
Así pues nos encaminamos definitivamente hacia el puerto verdadero por un pedregoso sendero en ladera con el Tuc de Viella al fondo presidiendo la escena:
Además de tener compañía, lo bueno de ir con amigos es que sales en las fotos. Y esta panorámica que me hizo Irene es de antología:
Al cruzar el último barranco se aprecia algo así como un muro construido para proteger el paso:
Ya queda muy poquito para llegar pero el terreno es montañero de verdad, nada de camino mulero.
Pasado este tramo se avista el puerto (2.448 m.):
La foto que conmemora nuestra llegada es la que he puesto arriba como presentación del post. De la medición de 6,5 kms no me fío pero el tiempo que nos costó, con bastantes paradas para fotos y descansitos es real: 2 horas 15 minutos. Había mucha gente en el puerto y al poco de llegar nosotros, todos emprendieron la subida al Tuc (2.605 m), así que ni nos lo pensamos dos veces.
Para quitarle el aire de romería y darle un tono algo más deportivo, Rosalía y yo pusimos el turbo y fuimos adelantando a los menos rápidos. Un par de ellos se nos resistieron y ya estaban arriba cuando llegamos nosotros.
Lo primero fue mirar hacia el otro lado y descubrir la belleza del estany redondo ahí a un paso, con el Montartó detrás y el Baupaume allá a la lejos a la izquierda en la línea del horizonte con todo el valle de Arán por medio.
La llegada de nuestros amigos nos da pié para mostrar la perspectiva más espectacular de la cima en la que se ve el Aneto como la altura máxima de los Pirineos con su debilitado trozo de hielo a la derecha debajo de las Maladetas.
Con un poco de zoom se ve mejor:
Con tan magnífico astro y mejores perspectivas no hubo duda sobre la oportunidad del almuerzo, aunque para que nos diera el sol en la espalda sudada pusimos el punto de vista hacia el noroeste.
Estando en la faena vino un chico del numeroso grupo que nos había acompañado en la subida para decirnos que iban a echar allí en la cumbre las cenizas de un familiar amigo. Mira por dónde que también asistimos (aunque a prudente distancia) a una solemne ceremonia.
Uno de los asistentes, que trabaja en el Bar Restaurante Basteret, nos explicó luego (en la cerveza que tomamos al llegar a Viella en dicho bar) que era un tío suyo de ochenta años, y que a los 76 había subido por última vez (ya lo había hecho más veces) al Montblanc (!!!). Descanse en paz, y enhorabuena por tan larga vida, tanta montaña y el lugar elegido para descansar.
Aún nos quedaba a nosotros un posado colectivo en la cumbre...:
...y otro de Rosalía hacia el valle del Noguera Ribagorza, el único que nos faltaba por documentar:
La chica que nos hizo las fotos había subido desde la boca Norte y decía que el pedregal último era durísimo. En el comienzo del descenso por ese lado pudimos comprobar que no le faltaba razón:
Para que se me hiciera algo más corto, yo me puse a trotar un rato y la siguiente foto la hice hacia arriba. A Rosalía aún se la ve un poco por el cortavientos naranja pero José Vicente e Irene no son más que un par de puntitos en ese mar de piedras :
Pasado ese pedregal viene un tramo algo más amable...:
... aunque un poco más adelante se vuelve a convertir en un sendero en ladera con bastante pendiente por el que pasar en invierno con nieve helada tiene que infundir cierto respeto:
Una vez superado este paso se abre un amplio lomo donde el sendero no está muy claro (hay distintas variantes) y se puede perder con facilidad, al menos bajando :
En todo caso, todos parecen juntarse al final de aquel prado de abajo donde está la llamada caseta del port en la que pensamos que... ¡bien podía haber un parado vendiendo cervezas, ja ja ja!
A partir de ahí entramos en el bosque y sus caminos, y hay que guiarse por las señales. El primero de los caminos nos hubiera llevado hacia el Oeste a la boca norte del túnel, pero como habíamos decidido acompañarles hasta Viella, seguimos hacia abajo alternando caminos y senderos según nos iban diciendo los indicadores.
Yo iba un tanto sediento y..., aún peor, renegón, porque mis tres acompañantes eran médicos y los tres coincidían en no dejarme coger agua de los arroyos.
Según bajábamos apretaba el sol, ardían los pies y seguía sin haber agua potable..., pero bueno, al fin apareció a la izquierda el parador de Viella...
y llegamos a Viella a cervecear a eso de las 3 de la tarde, después de 5 horas 46 minutos andando y una horita de parada en la cumbre.
Como Viella está a 974 m, el descenso desde el Tuc es de 1.605 metros. El track señalaba una distancia total de 18 kms, pero con la pirula del primero se quedaría en algo menos (17,5 o así).
Excursión realizada el sábado 29 de agosto del 2015.