miércoles, 9 de noviembre de 2011

80. PEÑA BAJENZA 941m (5,5k 400+) Nalda, La Rioja.

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Cuando hicimos la subida a la brecha del Roland y al Taillon por la parte francesa me asombré de que hubiera tardado tanto en ir allí, pues si me descuido un poco, lo mismo me hubiera muerto sin haberlo visto. Y mira por donde, que aquí, al ladito de casa, el otro día tuve la misma sensación: cómo es posible que amando las montañas más arquitectónicas y llevando casi treinta años viviendo en Logroño no hubiéramos subido a Peña Bajenza. Bueno..., lo de subir es un decir. Mejor lo dejamos en darle la vuelta y alcanzar la cumbre, porque subir, lo que es subir..., ¡hay que hacerlo por delante! ¡ah! Menudas paredes, y menudas chimeneas. Y por lo que sé, conquistadas sí, pero bastante poco exploradas por los escaladores (que aquí sigue habiendo pocos).

El paseo lo hicimos según el recorrido indicado por Rufo Ganuza y Alicia Sanz de Azuelo en su libro "La Mejores Excursiones por Tierra de Cameros", ed El senderista, 2002 (ruta n2), y aunque la idea de este recorrido es estupenda, un libro con esos mapas tan esquemáticos y con esas descripciones casi de periódico, la verdad es que me suele sacar más de un juramento. Pero bueno, gracias por la idea a los dos, y a mejorarlo en lo posible con mis sensaciones, mis fotos y mi google maps + grabación del GPS. Y tras la presentación, ahí va esto último con el punto de salida en amarillo, flechas de indicación del recorrido y punto verde claro en la cima.


Se deja el coche en el cruce del camino asfaltado que recorre la margen derecha del Iregua y que se puede coger poco antes de llegar a Nalda, y se comienza a subir por un camino marcado que pronto se hace senda.


La belleza y proximidad de las paredes de la peña es tan apabullante que prefiero no poner fotos para que las disfruten sin mediación alguna quien haga este recorrido. Pongo a cambio la perspectiva que poco a poco se va cogiendo sobre el valle del Iregua, con Logroño al fondo, enmarcado entre el León Dormido y el Codés:


Tras pasar por dos o tres casetas de registro de agua se llega a un pequeño collado donde hay una última caseta. El sendero cambia completamente de dirección y como se puede ver por la línea roja del GPS tuvimos allí algunas dudas porque hay senderuchos varios y no hay indicación alguna. Para no liarse, lo que hay que hacer es seguir el sendero hasta detrás de la caseta y entonces hacer el giro brusco a la derecha. Aquí una foto de esa caseta de aguas hecha ya desde el sendero que sigue hacia la cumbre:


El sendero se aproxima a veces a los cortados (sin peligro alguno) y permite seguir contemplando el valle del Iregua como desde un gran balcón, pero la pendiente en general es bastante fuerte como se puede comprobar en esta otra foto del tramo final del mismo:


Llegados a un collado desde el que se contempla el panorama hacia al Sur, por donde discurrirá el regreso, se toma un corto sendero que lleva a la cima:


Aunque más que hablar de cima habría que hablar de corte, porque un poco por debajo del punto más alto de la peña aparece una vertiginosa línea que separa el piso firme de la cima del vertical abismo de una pared de casi doscientos metros. Junto a ella han puesto una cruz para que se vea desde abajo, pero la verdad es que no dan ganas de acercarse mucho a ella:


El GPS decía que el camino recorrido había sido de 2,2 kms y el desnivel, poco menos de 400 mts, lo que da una pendiente media del 20%. No está mal. Como Rosalía anda mal de la espalda dijo de hacerlo despacito, pero al final, con paradas y todo para las fotos, aún lo hicimos en cinco minutos menos de lo que dice el libro de Ganuza, o sea, en 55 minutos. Mi consejo es que os toméis todo el tiempo del mundo para la subida porque vale la pena gozar de cada paso.

Como el domingo estaba animado y la gente que se acercaba a la cruz a hacerse fotos daba pánico verla, nosotros sacamos el almuerzo y la botellita de vino mirando hacia Viguera:


Una de las mejores cosas que dicen Rufo y Alicia en su libro es que la vuelta a la Peña se haga siempre en el sentido de las agujas del reloj porque el sendero de regreso hasta la ermita de San Marcos está bastante desdibujado por las numerosas trochas que hace el ganado en esa zona. Dicen que el sendero pasa entre dos rocas, pero entonces la bajada tiene una pendiente brutal. Mucho más cómodo es ir dando la vuelta por el camino que he dejado marcado arriba con la línea roja del GPS y que es el que generalmente coge la gente y el que más marcado está.


Desde esa vuelta se divisa abajo la ermita de San Marcos, y... ay, ay, la vacas que pastan encercadas en sus alrededores convirtiéndolos en una cuadra:


No estaba así hace trece años cuando en uno de los paseos domingueros de invierno con mi padre y mi suegro, les llevé hasta esa misma ermita. Sea esta foto un homenaje a los dos:


Desde ahí ya no queda más que bajar por el camino y tomar la pista asfaltada hasta donde teníamos el coche. Y por supuesto, contemplar, contemplar y contemplar, y de paso fotografíar para traer aquí y no olvidar, la belleza de la peña Bajenza.



El GPS marcó 3,2 kms para la bajada, y el tiempo tampoco llegó a la hora.

Paseo/excursión realizado el domingo 30 de octubre del 2011 a media mañana con un día espléndido.
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