miércoles, 18 de mayo de 2016

206. KAYAK EN EL EBRO: DE CENICERO A LA PUEBLA DE LA BARCA



Tercer tramo que hago de kayak por el Ebro con los mismos colegas, César Aguilar y Carlos Alvarez. Domingo 15 de mayo del 2016, caudal de 100 m3/s. 

Como cada uno de los tres hacemos unas treinta fotos, me hago un lío para seleccionarlas y ordenarlas un poco. A primera vista los recorridos en kayak pudieran parecer algo monótonos, por lo que es mejor usar una foto aérea del recorrido y anotar cuando menos algunos puntos de referencia para situar las fotos. He puesto números en el mapa, y así podrá ser más fácil hacer el relato.


Punto de partida en la margen izquierda, a poco menos de un kilómetro del puente de Cenicero a El Ciego. Estupendo acceso al río, límpio y con una playita de arena junto al agua.




La entrada está justo después de un rápido bastante fuerte que provoca en su salida unos remolinos y unas corrientes que da miedo verlas. El agua se mete literalmente hacia dentro en unas extrañas líneas largas que según César, experto en todo lo que tenga que ver con el río, corresponden a lajas de piedra subterráneas. No recomendaría yo este lugar para darse un baño, pero para entrar con los kayak no hay mayor problema. Todo lo contrario, en pocos sitios se puede acceder al cauce con tanta comodidad. Antes de echarnos al agua tomamos un bocado, porque con eso de cargar los kayak, descargarlos, llevar un coche al punto de salida y tal y tal, por muy pronto que te levantes se te hace la hora del almuerzo antes de empezar.


Ya metidos en el agua avistamos nuestro primer rápido (1) al fondo de un tramo algo más abierto.


Como había bastante caudal, yo me voy yendo a la derecha mientras que Carlos, más animado, va por el centro. César, sin embargo tiene ganas de jugar con las olas y toma el rápido por donde más movimiento hay:


Pasado este primer momento de animación vemos al fondo el elegante puente de la carretera de Cenicero a El Ciego (2)


Cuando lo pasas en coche parece poca cosa, pero desde abajo es una obra magnífica.


Yo me desuidé un poco y me fui por el arco de la derecha, pero al ver unas piedras y unas ramas giré un poco a la izquierda sin darme tiempo a cambiar de ojo por lo que la corriente me llevó hasta darme casi contra el pilón. No hay que perder la concentración ni un instante.


A partir de ahí nos dedicamos a disfrutar de la paz y de las distintas bellezas del río (3 y 4)




Una amplia curva de casi 180 grados (5) con un mirador en la parte alavesa da entrada al rápido más estrecho y fuerte del recorrido (6).


Un rápido que no da opción a sortearlo por los costados. Todos por el centro y para dentro saltando sobre sus olas.


El denso encinar que existe en la margen derecha del río del siguiente tramo (7) nos da pie al relax y a todo tipo de contemplaciones naturalistas empezando por las del propio bosque que al ser en mayo y mostrarse tan jugoso, parece el Amazonas.


César nos enseña unas pequeñas plataformas flotantes que instalan los naturalistas para detectar si andan por allí los invasores visones americanos que conviene ir eliminando para proteger a los autóctonos europeos.


Un milano negro sale volando de una rama al paso de César


Y Carlos lo caza con su móvil maldiciendo no tener una cámara mejor:


Entre unas cosas y otras empezamos a ver ya la vía del tren por la margen derecha (donde en el Paseo BTT38 miraba al Ebro con ganas...) y vamos llegando a la llanada de Buicio (8) donde tenemos que parar para saltar la primera presa de La Puebla (9).


Hay allí un agradable merendero y una cruz en un árbol que conmemora al chico que murió ahogado el pasado invierno por meterse al río a salvar a su perro. En principio iba a ser nuestro punto de llegada pero al ver que han hecho limpieza en el borde de la presa para construir un paso de peces, alargamos la excursión hasta la presa siguiente, casi ya debajo de La Puebla.


César y Carlos estaban encantados con la idea de jugar por entre los canalillos que pudiera haber debajo de la presa.


Pero nuestra siguiente navegación no duró ni cincuenta metros desde el siguiente punto de embarque. Unos chopos cruzados en el ramal más cercano a la margen izquierda nos obligaron a volver a sacar los kayaks del agua y trasladarlos hasta el ramal central que traía más agua y estaba más limpio.


Tercera y definitiva entrada al río. Este es ya el ramal central (10) con la presa a nuestra espalda: 


La gran isla que viene a continuación la pasamos por la izquierda, no fuera a ser que nos encontráramos con alguna otra sorpresa en el estrecho canal de la derecha.


Y a partir de ahí todo fue disfrutar de la magnífica fachada de piedra que teníamos en la margen izquierda.


Por si fuera poco lo que habíamos disfrutado hasta entonces, el cierzo que había soplado toda la mañana se calmó por completo y en el último tramo del recorrido (12) el  agua se quedó como un espejo:


Y hasta salió el sol en el momento en que sacamos finalmente los kayaks del agua en la segunda presa.


Selfie 1 con la V de "otro éxito", y Selfie 2 en el bar del embarcadero de Logroño paladeando unas buenas cervezas.