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Con las botas de monte, con los esquís, con la moto..., y ahora también, con raquetas de nieve. Por variedad que no sea. Las raquetas siempre me habían parecido unos trastos un tanto ridículos, pero bien es cierto que tienen su momento. Sobre todo cuando llega tu cumpleaños y no saben que regalarte, ja ja ja, que es lo que pasó el año pasado. Mi colega vio que estaban de oferta en Decathlon y San Mateo me las bendijo. Y como mi imaginación en regalos no da para mucho, en cuanto llegó su cumple en noviembre, le puse las suyas. Ya sólo había que esperar que nevase.
Hasta este año sólo habíamos dado un par de paseos con raquetas de nieve alquiladas, ambos con mi hermana Mercedes y su marido Jose Igartua. El primero, por las campas de Isaba y el segundo (más reseñable en este blog/algún día lo pondré) desde el Pla de Beret hasta Montgarri. Pues bien, para el estreno de nuestras raquetas en propiedad, elegimos el paraje del refugio de Gabardito, lugar que quería yo conocer por ser el punto de partida al Bisaurín, monte al que le tengo muchas ganas.
Llevaba dos días nevando y la carretera desde Hecho hacia arriba estaba completamente helada, así que pusimos las cadenas nada más pasar Siresa, momento que recoge la foto.
Eran las nueve de la mañana y el tractor quitanieves acababa de limpiar la carretera hasta Gabardito por lo que fue un lujazo ser los primeros en subir.
Esta es la foto con la que celebramos el momento de calzarnos y estrenar las raquetas.
Y este es el refugio de Gabardito donde alquilamos un par de raquetas para Elena, a quien todavía no le ha llegado su cumpleaños...
Los chicos del refugio estaban pisando los caminos que constituyen la pista de esquí de fondo. Les preguntamos por circuitos para caminar y no nos supieron decir nada (muy organización aragonesa-española), y que el sendero hacia el Bisaurín lo podríamos perder porque no había marcas y la nieve lo podría haber desdibujado. Comenzamos por lo tanto a andar por el sendero/pista que sube hacia el Bisaurín no sin la recomendación de los chicos del refugio de que fuéramos por un costado de la pista, no se la fuéramos a estropear. Es un poco decepcionante salir a andar con raquetas de nieve y tener que hacerlo por una pista pisada, pero bueno, ya vendría luego lo bueno, pensamos.
La pista nos llevó hasta un llano en el que vimos que el sendero tenía que subir por encima, y subiendo ya por la nieve profunda, de momento dimos con él.
Pero enseguida la nieve del bosque lo desdibujó todo y las ramas cargadas de nieve o los árboles caídos nos hicieron perder el sendero.
Fue bastante decepcionante tener que darse la vuelta cuando apenas llevábamos andados cuarenta minutos. Al volver al llano, encontramos por suerte a uno de los chicos del refugio haciendo la pista con esquís de fondo y le preguntamos de nuevo que qué podíamos hacer. Nos señaló el inicio de una pista que subía por el bosque y que como era bastante ancha, seguramente la podríamos seguir sin perdernos. Y eso fue lo que hicimos hasta completar una hora más de caminata y decidir que había llegado la hora del almuerzo
Regresamos al refugio, vimos que en todo el día no habían subido ni cuatro coches, devolvimos las raquetas alquiladas y nos marchamos con un cierto sabor agridulce de la excursión. El lugar es una maravilla, andar con raquetas por nieve profunda, una experiencia sensacional, y pasar un día entre los pinos, el silencio y la nieve, una gozada. Véase si no este pequeño video.
Pero es bastante triste que no haya ni un solo sendero marcado con simples indicaciones en los pinos, tiempos, o dificultad. Así es muy difícil crear afición.
Como llevaba el indicador GPS, de vuelta a casa lo puse en formato Google Earth y este es el resultado de nuestro paseo. El Bisaurín es el pico de la derecha. A ver si hay más suerte cuando intentemos subirlo en verano y no se nos echa la niebla..., porque con las señalizaciones oficiales “made in Aragón”, va uno dado.
Excursión realizada el 31 de enero del 2010.