domingo, 21 de mayo de 2017

240. LAGUNA DE LA NAVA. Villoslada - Lumbreras.



De mirar el paisaje con ojos de arquitecto (tal y como me proponía en este blog) habría que usar para las cimas ese latiguillo que tanto usan últimamente los escépticos para cualquier cosa...: "que están sobrevaloradas". Y es que..., incluso a mí mismo se me hizo raro planear una salida al monte para contemplar la Laguna de la Nava. Como algún atento lector del blog recordará, el año pasado me uní a la marcha de Hoyos de Iregua en Lumbreras (ver Montes 225) pasando de hacer dos veces el tramo Villoslada-Lumbreras que tiene justo en la mitad de su recorrido la Laguna de la Nava. Seguro de que de haberlo hecho aquel día tan deportivo apenas hubiera disfrutado de su belleza, o por lo menos no tanto como en la excursión que pensé para el domingo 7 de mayo del 2017 con el único objeto de verla.


En principio, el viejo sendero entre Villoslada y Lumbreras no parece tampoco un recorrido lo suficientemente especial como para planificar una excursión con ida y vuelta por el mismo, pero el doble paso por el gran espacio de la laguna lo justifica plenamente, sobre todo si se escoge este gran lugar para almorzar en el regreso, cosa que hicimos como si tratara de una cima. El sendero tiene siete kilómetros justos, aunque no sé muy bien por qué, nosotros lo acortamos un poquito, y en vez de salir desde el mismo Villoslada lo hicimos desde la primera curva de la pista que sube a la zona del Achicherri. Ahí dejamos aparcada la furgo:


Aunque me había provisto de un gps de wikilok, no tuve que consultarlo ni una sola vez porque el sendero está magníficamente marcado con señales de dos trazas naranja y amarilla. Alguno podría pensar que incluso son demasiadas, pero hay que tener en cuenta que de hacer el recorrido con nieve, cuando el sendero se desdibuja, cuantas más haya mejor.


Al principio el sendero discurre en ladera, pero al cabo de un rato la pendiente disminuye y el bosque adquiere una gran amplitud.


En un cambio de orientación que se percibe más en los mapas que al caminar, salimos del pinar y entramos en un rebollar que todavía no ha echado las hojas.


Aunque lo llamen "senda romana", dudo mucho que las piedras que vemos en alguno de los tramos las pusieran los famosos ingenieros del imperio. Lo que está claro es que es obra humana y que da muestras de la importancia que tuvo este camino en algún tiempo.


Según dicen algunos comentaristas de este recorrido, la valla para el ganado y la puerta de madera para cruzarla marca el límite de jurisdicción entre Villoslada y Lumbreras, pero no es un asunto que me interese especialmente.


Pasada esta puerta, se desciende suavemente y tras la última cortina de pinos se abre el lugar que veníamos buscando.


No hay apenas agua en la laguna después de la primavera tan seca que hemos tenido, pero casi me da igual porque no es el agua el principal protagonista de este lugar sino el espacio tan amplio, dilatado y silencioso que se contempla.


Me vino al recuerdo allí un viejo artículo que leí sobre el concurso restringido de arquitectura para la ampliación del Estadio Olímpico de Barcelona en 1992. Cuando visitaron el viejo estadio de Montjuich a remodelar, Moneo y Saenz de Oíza, que formaban uno de los equipos invitados, comentaron que lo que más les impactó, no era su antigüedad ni su decoración academicista, sino las pendientes tan suaves de los graderíos. Para destacar este valor espacial diseñaron una especie de paredón enfrente y no ganaron, pero a mí se me quedó grabado para siempre su análisis, que era lo mejor que sabían hacer esos dos grandes profesores de arquitectura. El espacio de la Laguna de la Nava es mucho mayor que el de un estadio olímpico y las pendientes que lo rodean, mucho más suaves que un graderío. Así que puestos a escoger entre uno y otro..., ni comparación.

Como lo íbamos a ver dos veces, seguimos camino, subimos a lo alto del "graderío" sur, dimos con una pista apta para coches y enseguida avistamos la ermita de la Torre y el pueblo de Lumbreras.


Según bajábamos por la amplia pista vimos con alegría que han conseguido recuperar o mantener el viejo sendero que discurre a su derecha y que sale a la carretera un poco más adelante. Al seguir por él disfrutamos del paso de uno de esos grandes canchales de piedra tan habituales en la Sierrra de Cameros.


Otra de las cosillas que quería descubrir es si el paso peatonal sobre el río Piqueras escondía algún puente antiguo y bonito, pero fue que no.


En Lumbreras estuvimos no hace mucho recogiendo material para el blog de Casas Solariegas y como me había dejado de ver y ubicar algún escudo, no desperdiciamos la ocasión de buscarlo. Aparte de ello, tomamos un vermut y nos dimos la vuelta para desandar el mismo recorrido. Al paso por el canchal de piedra hice esta otra foto, algo mejor:


En el camino de ida, justo cuando entramos en el sendero que comentaba antes me dio un buen susto un reptil de tamaño considerable que cruzó a toda velocidad justo por delante mío. Por suerte no era una culebra. En el camino de vuelta anduve un poco más listo y cuando me volvió a salir (!) no sólo no me asusté sino que me puse a cazarlo con mi cámara de fotos para dejar aquí un bonito recuerdo de nuestro doble encuentro:


Del pequeño collado que hay antes de bajar a la laguna sale una amplia pista hacia la izquierda que no sé muy bien a dónde lleva. En google más parece un cortafuegos que no llega hasta la pista del Achicherri, aunque también podría ser una pista que muere enseguida en el propio monte. Habrá que investigar...


Junto al camino va una línea de alta tensión que me parecía no haber visto a la subida. Nos fijamos un poco más y nos llevamos una sorpresa mayúscula: al paso por la Laguna de la Nava ¡la han enterrado! para no mancillar tan venerable lugar. Al fondo se ve el poste donde reaparece, y en el suelo, uno de los registros. Cosas veredes Sancho:




Bien, y para acabar, el almuerzo contemplativo a base del tradicional bocadillo de sardinas junto a la laguna de la Nava, como decía antes, con carácter de cima:


Y de regaliz, una de las perspectivas que nos regala google earth, y que nos permite apreciar la especial morfología de este lugar: