miércoles, 19 de febrero de 2014

142. CAPILDUY. TRAVESIA ARLUCEA-APELLANIZ. (21k 600+). ALAVA



Pocas veces hemos salido al monte con grupos excursionistas, así que ya tocaba. El día de la subida a EL CUERVO coincidimos en la Venta de Venancio con el grupo riojano KOMANDO CHILIZARRIAS, y como es gente simpática y está en él una amiga de Rosalía, abrí su web y elegí hacer con ellos una travesía cercana en Alava al otro lado del León Dormido: de Arlucea a Apellániz subiendo al Capilduy por el Barranco de la cascada del Molino, un lugar verdaderamente hermoso y sorprendente como vamos a ver en las fotos. 

Para hacernos una idea de la subida al Capilduy por el barranco de la "cascada del molino" he hecho esta panorámica con google earth:


Según la grabación que hizo mi track de endomondo, la ascensión tiene ocho kilómetros, y como entre Arlucea (700 m) y el Capilduy (1.175) no llegan a 500 metros de desnivel, la subida es bastante suave y la única dificultad es el fango de la putrefacción de las hojas de haya o alguno de los cruces del arroyo si baja fuerte (como fue en nuestro caso). Vamos con las fotos:


Como el grupo siempre queda a las 9 en la estación de autobuses de Logroño, de Arlucea salimos pasadas las 10 de la mañana.


Tras un kilómetro de aproximación por un camino, se cruza el arroyo por un puente y se empieza a ascender por un sendero que obliga a la gente a ponerse en fila india.


En los sucesivos pasos del río la gente se entretiene y se va dispersando. Ir al monte en un grupo de 35 personas tiene su gracia (su alegría más bien) pero obviamente se pierde intimidad con la montaña.


Por aquello de ver monte en vez del culo del que va delante u oír la cháchara de los de detrás nos fuimos a la cabeza del grupo, y aquí vemos a Rosalía sorteando un paso de fango con numerosas pequeñas cascadas de agua cayendo por la ladera


En la cascada del molino, Rosalía pidió foto con su amiga Isabel Chicote.


En la parte alta del barranco el hayedo está así de bonito aunque con tanto manto de hojas desaparece el sendero.


Del hayedo se sale a una campa a la derecha del barranco (km 6) y se realiza una reagrupación que la mayoría aprovecha para comer algo... con la consiguiente desesperación de aquellos a los que se nos queda el sudor frío.


Por la campa donde hicimos la reagrupación se gana un poco de altura y se llega hasta una valla de espino que corta el paso (terrenos de entrenamiento de la ertzantza parecen ser). Pero junto a la valla y entre los brezos hay un sendero que sube hasta la cumbre del Capilduy, señalada y ocupada por un altísimo radar meteorológico con una gigantesca bola en lo alto que parece el globo de un ojo. La foto de la cumbre la he puesto para abrir el post pero no están todos pues aunque yo pensaba que iba a ser el sitio para almorzar (según nuestra costumbre) no lo fue para el grupo, que enseguida se puso en marcha para abajo.


La pradera es tan amplia e íbamos tan ligeros y tan sin saber a donde que hubo cierta descoordinación (cosas de los grupos tan grandes).



Allí nos enteramos que el organizador del recorrido era un tal Castor que siempre había ido por detrás y que nos echó la bronca (poca bronca) por irnos hacia el San Cristóbal en vez de hacerlo hacia el San Justi, que por lo visto estaba previsto subir (cosa que de la que la gente de la cabeza no teníamos ni idea).  Pues nada, en llegando al borde de la cortada entre el San Cristobal y el San Justi tiramos para este último y llegamos a su buzón (km 16 marcaba el track).


La cima del Capilduy es aquel piquito que se ve al fondo. Ya digo, ocho kilómetros por medio (!). Ahora tocaba ir hacia el Este...


Pero antes de que la descoordinación y el cansancio hicieran mella en la gente y la pusieran de mal humor, se dio la orden de comer (casi ya a las tres...! hora muy española) lo que en un grupo tan numeroso se convierte poco más o menos en una fiesta alegre de romería en la que todos pugnan por ofrecerte lo que han traído: vino, pimientos rellenos, queso canario, queso Cameros, sardinas a la vinagreta (mmm), galletitas de chocolate y hasta un huevo en sopas de ajo calentado con infiernillo que se preparó el colega del anorak azul que se sentó al lado mío. Ah! y café calentito de la señora Chicote (ahí se la ve sirviéndolo en chupitos de plástico), aguardiente de la petaca del señor de gris de la izquierda y un par de cigarritos compartidos con Aurora, la de mi pueblo (para viciosos los de Anguciana).


En la siguiente foto se ve al grupo en pleno levantando la fiesta y preparándose para el último tramo de la travesía: subir (llanear) hasta el San Cristóbal y bajar a Apellániz:


El sendero en balcón de esta parte del recorrido es precioso y para prueba esta foto del manto morado de hayedos desnudos a nuestros pies con la silueta de la parte de atrás del León Dormido (de atrás para los de Logroño, claro está):


Otra vez cogimos la cabeza del grupo (por aquello de intimar un poco más con el monte), y fuera por la alegría del estómago lleno o porque en realidad está muy cerca, enseguida llegamos a la cruz del San Cristóbal.



Desde la cima del San Cristóbal (km 20) hice una foto al recorrido que habíamos hecho desde el San Justi (al fondo a la izquierda):


Ya sólo quedaba bajar a Apellániz y aunque la mayoría lo hizo volviendo pasos atrás para coger un sendero más cómodo a media ladera, los del grupo de cabeza nos tiramos por la fuerte pendiente para divertirnos un poco.


El premio fue que llegados a la zona más llana apareció por debajo una cortada de piedra francamente bonita que también pudimos franquear por un estrecho paso.


Bajando a media ladera llegamos finalmente al sendero que va directo a Apellániz, muy bonito también.


Allí nos esperaba el autobús. Pero antes de montarnos en él disfrutamos un poco del tranquilo ambiente del pueblo (tan tranquilo que no había ni un bar abierto para la tradicional cerveza) y en su gran plaza aprendimos a limpiarnos las botas de barro antes de volver al coche (!). Y es que viajando con otros siempre se aprenden cosas.


Al poco de bajar del San Cristóbal se me acabó la pila del móvil y se cortó la grabación del Endomondo. Pero como no quedaría más de un kilómetro para la meta, pongamos que fueron 21 kilómetros el recorrido y 5 horas más o menos el tiempo de caminata real (en la campa, en la cima y en la comida lo paré).


Realizados, eso sí, en un día espléndido de sol, agradable fresquito y apenas viento: 16 de febrero del 2014.