martes, 3 de julio de 2012

98. EL BISAURIN, 2.670 m (10k 1.130+). Refugio de Lizarra



En los días claros de invierno se ve desde La Rioja la línea blanca de los Pirineos occidentales y poco a poco vamos adivinando sus nombres y visitando sus cumbres: de izquierda a derecha, el primero que se asoma es el Ori, el primer dos mil de la cadena, al que subimos hace mucho tiempo, pero como fue en la niebla, apenas tengo fotos y no he contado aún la ascensión. Luego vemos el Anie, primer pico por encima de los dos mil quinientos que también está aquí contado y la Mesa de los Tres Reyes, que es un poco más baja pero que parece más alta por estar delante. Sin embargo, la montaña que más llama la atención es esa cumbre de la derecha que se eleva sobre todas las demás, el Bisaurin, con 2.670 metros. Lógicamente teníamos muchas ganas de subir a ella y tras una temporada sin ir al Pirineo, hemos realizado al fin nuestro sueño.


Nuestra ascensión, por lo tanto, tiene más de sueño que de historia, porque a nada que pongamos en internet "subida al Bisaurín" salen cientos de relatos similares. Y es que en lo relativo al itinerario no hay monte más sencillo: se sale del refugio de Lizarra a 1540 metros. Se sube por un sendero muy marcado hasta el collado Foratón a unos 2000 metros. Y de ahí se enfila recto hacia la cumbre ascendiendo otros 670 metros. Lo importante entonces de esta historia son los detalles.

Y el primero de ellos es la "infraestructura". Yo no desdeño los refugios pero... sacrificarse a dormir en aquellos a los que se puede llegar con coche y no tienen habitaciones individuales... no tiene mucho sentido, así que nuestra opción fue una magnífica Casa Rural Tejedor en Aragües del Puerto regentada por el amable Eloy. Pongo la foto y el enlace a la web de casa por si además del sendero os apetece seguirnos en este primer paso.


Segundo detalle: la hora de salida. Como a mí me gusta ponerme a andar con la primera luz del día, y a 30 de junio eso es a las seis de la mañana, lo previsto fue salir de Aragües a las seis menos veinte y estar en el refugio de Lizarra a las seis en punto. La foto miente un poco porque la luz es bastante menor de lo que da el fotómetro automático.


Además del refugio y de la cima del Bisaurín al fondo, observamos el tercer detalle fundamental de la excursión: la presencia en el equipo de María Belmonte, que ya salió en este blog cuando subimos hace dos años al Moncayo.

A los veinte minutos de ponernos en marcha, se pasa por la Fuenfría donde Rosalía entró a coger agua porque le hacía mucha ilusión llevarla bien fresquita y del lugar. La foto está algo borrosa por la falta de luz, pero vale la pena como indicación.


Ser los primeros en el sendero subiendo al collado Foratón nos depara sorpresas inesperadas. La primera fue ver correr a una manada de jabalíes. La segunda se la debemos a la sensibilidad de María con  los animalillos salvajes: justo al lado del sendero descubrió a una liebre que todavía no se había despertado del todo. Yo pasé a su lado sin darme cuenta, y seguro que la mayoría haríamos lo mismo:


Pero ampliad la imagen picando en ella y fijaros en el centro de la misma, o si no, esperad a esta otra foto que le hice con el superteleobjetivo de mi nueva cámara. Qué belleza.


No habían pasado ni cinco minutos cuando el que avisé fui yo: mirad ahí arriba, que esos sí que están despiertos y vigilándonos. Sarrios!!


No todo eran bellezas de la naturaleza camino de Foratón. También nos fijamos que los cahires estaban hechos con la gracia de pequeñas esculturas.


Y por si aún faltara algún detalle bonito, ahí llegan los primeros rayos del sol sobre las lomas verdes que vamos a dejar a nuestra izquierda...


... justo al llegar al collado (1 hora y 20 minutos nosotros) y avistar el camino directo hacia la cumbre:


Es el momento de echar un trago de agua y de contemplar hacia el valle que baja al refugio de Gabardito (también en este blog con motivo de un paseo invernal con raquetas) el Pico de Aguerri. Sólo de pensar en que en muy poco tiempo vamos a verlo desde arriba, da como yuyu.


Pero así es, porque en la segunda parte de la ascensión al Bisaurín no se para de ascender metro a metro sin descanso alguno. Primero por un terreno herboso...


Y enseguida, por un duro canchal de piedra suelta que nos despistó un poco:


Como se ve en esta bellísima imagen tomada desde arriba, nosotros nos tiramos hacia la derecha del canchal, con lo que perdimos el camino. Lo propio es irse hacia la izquierda, donde el zigzagueo del sendero hace más llevadera la pisada. Claro que, cuando miras hacia arriba ya me dirás cómo adivinar por donde va:


Bueno, pues eso. Recordad este detalle, por la izquierda, y no por esa pequeña canal rocosa que me atraía a mí. Pasado este mal trago, se sale ya a la larga línea de la cumbre y se disfruta de una llegada a la cima verdaderamente magnífica.


Un esbelto cahír-escultura la señala ahora en sustitución de un poste de hormigón que había antes y que según parece fue derribado por una tempestad. Mucho mejor así.

Eran las nueve y diez de la mañana, es decir, que habíamos hecho la subida en poco más de tres horas. El aire estaba frío, por lo que nos abrigamos y nos pusimos a contemplar. En primer plano el castillo de Acherito y detrás, empezando por la izquierda, el Petrechema. Al fondo de la imagen el Anie, y delante, un poco a la derecha, la Mesa de los Tres Reyes avanzando hacia el circo de Lescún


Justo a la derecha de los lomos ferrosos del Acherito, al fondo del valle vemos serpentear un riachuelo por una verde pradera que en la foto me ha salido algo oscuro: es el paraje de Aguas Tuertas, donde nace el Aragón-Subordán que tallará más adelante las gargantas de la Selva de Oza.


Más a la derecha, y ya a contraluz, vemos la mágica silueta del Midi de Ossau, mientras que al fondo del todo a la derecha, aparece el tres mil más occidental del Pirineo, el Balaitús.


Finalmente, mirando hacia el Este y contra el sol tenemos delante el macizo del Aspe, y más al fondo, la Peña Telera a la izquierda, y el Collarada a la derecha:


Aunque se nos va la vista a todas partes y perdemos el sentido del tiempo, no nos olvidamos de nuestro bocadillo de mejillones y la botellita de vino. Nada más sacarlos llega Mariano Jesús, un solitario zaragozano que nos viene de perillas para hacernos la foto de equipo junto al cahir de la cima:


A cambio, queda también él inmortalizado en este blog:


Concentrados en el bocata y en el delicioso queso de Zamora a que nos invitó Mariano, se nos va llenando la cima de invitados, y para cuando hemos dado con todas las viandas aquello parece una fiesta:


Por si no hubiera motivos suficientes para el asombro, el tipo de la camiseta verde, que era de Corberá, nos dijo haber subido corriendo en 50 minutos (!!!!), y que ahora se bajaba hasta Aguas Tuertas donde finalmente lo recogerían. Angelito...


A pesar del calor humano y de la buena compañía, a María le empezaron a doler la manos de frío y nosotros también nos pusimos en movimiento pero por donde habíamos subido. Así podríamos recrearnos en el pedregal de antes, y en sus fuertes pendientes...,


... o en las amplias praderas de más abajo y en un tipo de animalitos mucho más familiares en nuestras excursiones:


Las chicas bajaron tranquilitas y tardamos casi dos horas y media en el descenso. Salimos de la cumbre a las diez y llegamos al refugio a las doce treinta.

Solo queda por contar que en el equipo también figuraba Javier, que aunque no subió con nosotros al Bisaurín, se leyó enterito el VIAJE A LA MONTAÑA DEL TIBET junto a la ventana del salón de la Casa Tejedor, y también nos lo cuenta en su blog.