miércoles, 11 de noviembre de 2009

45. LA RHUNE, 905 mts. (9k 750+) PIRINEOS. PAYS VASQUE




Se nos acababa la semana de vacaciones de San Mateo en Biarritz de este año 2009 y el altivo monte de La Rhune seguía oculto en la niebla (la foto de arriba es la imagen de google earth con relieve), pero nos daba igual, había que subirlo. Conquistada la “montaña sagrada” de Cataluña este mismo verano, la también llamada “montaña sagrada” del País Vasco no se nos podía resistir. Aunque... muy sagrada no será porque con casas en la cumbre y un trenecito turístico llegando hasta la cima, mucha sacralidad no le veo yo. A menos que lo sagrado tenga que ver con la cantidad de gente que sube. Como digo, era un jueves 24 de septiembre, o sea, día laborable, y en el parking donde se deja el coche (158 m. de altitud), un poco más arriba del bello pueblecito de Ascain, casi no había sitio. A las diez de la mañana Rosalía contó 28 coches (!!!). Y ese es el punto desde el que sube menos gente, porque el recorrido es algo más largo y duro que desde el collado de San Ignacio, de donde parte el tren.



Un letrero amarillo decía que la subida a La Rhune desde ese punto costaba 2h 40’ pero a nosotros nos parecía demasiado. Rosalía puso la directa nada más salir, y como era muy divertido ir adelantando a gorditos y jubilados franceses, en 1h 38 minutos llegamos a la cima. No es broma porque son 747 m. de desnivel y 4,5 km de distancia (medidos por el GPS) así que con la humedad y el bochornillo que hacía llegué a la cumbre como si saliera vestido de una ducha.


El recorrido no tiene mayor dificultad aunque en días de niebla cualquier despiste se puede pagar caro. El primer tramo de la subida discurre, priumero por un camino, y después por un amplísimo sendero.


Pero hacia la mitad del mismo se puede optar por seguir por donde marcan los letreros, dando una gran vuelta por la derecha, o seguir recto hacia arriba. Sintiéndonos nosotros, “avezados montañeros”, tomamos la segunda opción que, como se puede ver en la siguiente foto, está menos marcada, y acaba en un pinar donde puede ser fácil perderse en caso de mucha niebla. Nosotros tuvimos la suerte de que en ese momento se despejó un poco y hasta pudimos avistar la cumbre.



Superado el pinar se juntan nuestro camino con el que parte de San Ignacio y el zigzageo hasta la cumbre era ya como una romería. No quiero ni imaginar cómo puede ser en cualquier fin de semana. En lo alto del cumbrero se ve la línea del trenecito:



Y en la cumbre, la gran antena y los grandes caseríos con sus bares.



No hubo por tanto dificultad alguna para encontrar alguien que nos hiciera la foto en la pavimentada cima.



Curiosamente la cima está en territorio español y los bares son de gente de Vera de Bidasoa, así que mientras nos tomábamos unas cervezas y nos comprábamos una botella del vino para el almuerzo (una comodidad de lujo tras una ascensión), entablamos conversación con uno de los camareros que nos contó que en verano hay días en que suben más de 2.500 personas. Vamos, que ni en la playa.


En el descenso hice una foto de Rosalía junto a la vía del tren,




y esta otra foto en la que se ve la larga vuelta del camino, ahora a la izquierda, que igualmente no cogimos, para irnos en cambio hacia la derecha con los que bajan al collado del tren y... casi perdernos a la hora de dejarlo, porque las indicaciones de nuestro atajo no son muy buenas. Hay que tener cuidado en ese punto, especialmente si la niebla es densa.

Pongo también aquí la foto aérea de google mostrando en rojo nuestro recorrido, en amarillo el que sale junto al tren y en negro, el de la vía.




Al mismo ritmo de montañeros corricolaris que en la subida, el descenso lo hicimos en 1h 18 min. Vaya, como si hubiera prisa por tomarse otra cerveza en Ascain e ir a echar la siesta a Biarritz...