Ultimo lugar que visitamos en la semana de vacaciones de Huesca con el equipaje ya en el coche y mi cadera dolorida por el descenso alocado de los Ibones Azules. La guía de Pramés/Federación aragonesa de Montañismo decía que ir al Salto del río Aguas Limpias desde Sallent cuesta una hora, pero viendo el plano pensé que no podía ser, y en efecto, aun renqueando de una pierna solo nos costó media hora en subir hasta allí.
La salidilla tuvo también su chanza lingüstica porque los filólogos arachoneses explican en la guía que "el nombre de Sallent parece provenir de este salto o cascada situada justo encima del pueblo, ya que en aragonés "sallán", "sellán", "sallén" significan precisamente eso". Consecuencia de tan sesuda infestigación es que Sallent de Gállego se ha quedado en el mapa sin la t final, si bien su "Salto" sigue llamándose Salto y no "O Saldo" como en Escarrilla. Marafillas de la efolución lingüistica. Como el cartel andaba viejo y lo mismo el año que viene se llama "sollén", yo me paré a hacer una foto y mi socia me pilló con la risa puesta.
Por lo que al camino respecta, pocos misterios. Y es que poniendo las indicaciones en castellano viejo, así cualquiera. Se sale del mismo pueblo en la margen derecha del río Aguas Limpias (que para la guía y en aragonés se dice Augua Lempeda, toma ya, aunque esto no lo vimos por ningún sitio) se pasa por el Polideportivo (que el año que viene podría ser Polidepordivo, por lo de la t a d y porque del deporte sale mucho divo) y se siguen los carteles que dicen El Salto. Cierto que hay algún cruce de caminos donde falta cartel y hay que usar la intuición (a unos que subían cuando bajábamos les falló ja ja ja) pero perderse en tan corto camino hasta puede tener su gracia.
Es un sendero mayormente umbrío e ideal para hacerlo en verano. En su último tramo zigzagea, se hace interesante y sube y baja agarrándose a las raíces de los árboles hasta que finalmente aparece el salto de agua sobre un bonito zócalo ruinoso de grandes piedras (ver foto de arriba o de presentación).
Una vez allí es una gozada entretenerse mirando los detalles decorativos del lugar. Esa planta rojiza, ese árbol caído de la parte de arriba de la cascada...
... o esa zona inferior tan viscosa, fruto de la erosión del agua.
No suele ser fácil el recogimiento y la contemplación, porque siendo un lugar tan accesible no para de llegar gente ruidosa, pero como no por eso iba a perder el buen humor, les hice una foto al bajar como parte del paisaje:
E igualmente, en el corto descenso me entretuve en mirar a uno y otro lado (es lo que tiene ir cojeando) para seguir coleccionando muestras de cultura popular. La doble puerta de somieres creo que no la tenía.
Entretenimientos aparte, lo más atractivo de cualquier paseo por el Pirineo es mirar hacia arriba, y en este sendero al Salto de Sallent, la vista no paraba de irse a esa magnífica torre de piedra que es la Foratata.
Acabamos la semana en Sallent igual que la empezamos, tomando una cerveza y preguntándonos cuál sería el nombre de ese pico que se ve desde sus calles y que cierra las vistas hacia arriba.
Preguntamos a dos o tres personas que dijeron ser de allí, y ninguno lo sabía. Ay, tendría que haber preguntado a alguien que no fuera de allí, porque lo normal es que la gente que vive en el monte no suele tener mucho interés por el monte, ja ja ja.
Mi socia me hizo posar en la terraza del bar del Ayuntamiento (que aquí sigue siendo Ayuntamiento y no CASA DELA BILA como en Benasque, ay ay ay) y aunque me veo muy gordo (es la camiseta ¿eh?) y necesitado de subir a ese monte del fondo para recuperar mi vieja forma física maratoniana, la pongo con gusto como firma de todos estos comentarios tan poco montañeros sobre nuestra semana en el Valle de Tena. Porque lo más sano de todo no es el monte, sino la risa, especialmente si te ríes de ti mismo.
Paseo realizado el 12 de agosto del 2013.