Las montañas de Cartagena son ásperas como ellas solas y con el sol que pega en Junio no apetece mucho meterse; pero como andábamos con ganas de monte y el martes 10 salió encapotado, a las 7 de la mañana saltamos de la cama para subir cuando menos a la Muela del Portús, una ascensión corta y sencilla pero variada, sobre todo si la hacéis como nosotros: subiendo por el lomo que sale del Portús y volviendo por la parte de atrás. También yo separé el track de la subida (4,5 kms / 1h 33') del de la bajada, (7,46 k / 1h 39') aunque por razones geográficas pongo primero el segundo y debajo, el primero:
El sendero arranca justo en la rotonda donde entroncan la bajada al El Portús y la entrada al camping naturista y aunque no hay ninguna indicación es bastante evidente:
En cuanto ganas un poco de altura la vista se te va hacia atrás, especialmente, a esa cota tan árida que también pensábamos subir, el Mirador del Moco, pero puesto que San Bernabé no da para más, se quedó para otra ocasión:
Aunque estaba nublado y el entorno parece reseco, entre la humedad y el calor me empezaron pronto a cambiar el color de la camiseta....:
El sendero llega a los pinos y deja de ser tan claro, pero no tiene pérdida. Atraviesa una zona quemada y llega ante una ridícula señal al borde del camino que sube desde el pequeño barrio de EL RINCON y que dice: "Prohibido el Paso. Propiedad Privada". Sólo le falta la firma del señor marqués:
Hacemos caso omiso y tomamos la pista que sube zigzagueando hasta la ermita de la Virgen de El Portús (¿será propiedad privada también?):
Tras hacer unas fotos al pequeño altar de la Virgen seguimos para arriba hasta una especie de parking o explanada a la que llega también el sendero que viene de la zona superárida de la "casa del Comandante":
Echamos un vistazo a dicho sendero pero nuestra ruta es la contraria: subir por las trazas bien marcadas que hay en esa ladera y llegarnos hasta la escalera metálica con la que se supera cómodamente el farallón superior de rocas:
Desde la parte superior de las rocas no se ven las antenas que hay en la cima, pero tras andar un poco por su lomo en dirección Oeste enseguida aparecen y se llega a ella. Lo importante es no perder el sendero porque los arbustos no son de los que acarician las piernas...
Foto de coronación con el pequeño trípode porque allí no había nadie. (La sudada de la camiseta llega casi hasta abajo):
No hacía frío pero tiraba un aire bastante desagradable y no habíamos subido ni un simple cortavientos. Miramos de guarecernos en las dos casetas de las antenas que tenían la puerta abierta, pero estaban cochinísimas. Así pues echamos un vistazo a la zona occidental de la ensenada de El Portús...
... hasta un punto donde no había viento y pudimos comernos el bocadillo y las cerezas que habíamos llevado como almuerzo. Así se puede apreciar también la vista de la Muela por este lado, justo detrás de Rosalía.
De este sendero que se va haciendo camino sale a mano derecha otro sendero bastante evidente que va por encima del primer cordal aunque luego empieza a bifurcarse por diferentes cordales y la cosa se complica un poco.
La solución es tomar siempre el de la derecha, aunque con el último que elegimos (km 2,5 del descenso) lo que en realidad hicimos fue meternos en el pinar confiando en que pronto saldría a la pista que sube a la ermita, -como así fue, pero no muy pronto, sino kilómetro y medio más adelante. Poco antes de dejar ese sendero encontramos una caseta tan bien hecha que nos sorprendió mucho. El enigma se resolvió muy rápido: en su interior había un cartel escrito en alemán (...) :
El sendero que traíamos y que pasa junto esta caseta, sale a otro que baja de un cordal, y como en el encuentro no hay ninguna señal y pasa bastante desapercibido, si lo queréis hacer de subida (o nosotros repetirlo en sentido contrario) la única solución es tirar de track y gps.
Lo que no tiene pérdida y sí muchas señales es la embocadura del camino que sube a la ermita, que encontramos un poco más adelante: Prohibido, prohibido, prohibido.
Hacia abajo no hay mayor problema y en poco menos de un kilómetro llegamos a un pequeño barrio de casas llamado EL RINCON:
Por su pequeña carretera llegamos a la general que nos devuelve a EL PORTÚS. Son casi dos kilómetros de desagradable asfalto y bastante tráfico que hicimos todo el rato mirando a ver si dábamos con algún paso que nos permitiera bajar al camino que va por el fondo de la rambla, pero o no lo hay o no hubo suerte. A cambio, encontré al borde de la carretera este curioso almendro con el tronco en forma de escultura moderna:
Una mañana muy bonita de monte que se saldó con una gran jarra de cerveza y un buen rato de playa antes de comer aunque... sólo para bañarnos, porque el sol que se había ido asomando un poco en la bajada, se volvió a ocultar y ya no salió más en todo el día.