Hoy me pongo yo mismo en la presentación del post porque si en la excursión al ibón de Piedrafita hablaba de despropósitos, en esta del ibón de Anayet voy a subir el nivel de denuncia a los insultos, y puestos a imprecar a la gente en internet prefiero dar la cara y no esconderme: lo de ARAMON, empresa que gestiona Formigal, o lo del Ayuntamiento de Sallent y Diputación de Huesca, que algo tendrán que ver en lo de tener cerrada la puerta al parking de la zona de esquí de Anayet en verano, es todo una memez, una verdadera gilipollez.
Tener que empezar una bonita excursión por el monte andando dos kilómetros por una anchísima carretera desierta que lleva a un inmenso parking de coches igual de desierto e inútil, no tiene justificación alguna. Es una cabronada sin sentido, una imbecilidad, una muestra de lo cortos mentales que podemos ser en España.
Y lo malo no es sólo que lo hagan las instituciones, sino que coges la guía Alpina donde ya dice que te lo vas a encontrar así, es decir, que tendrás que aparcar con estrecheces junto a la carretera en el conocido Corral de las Mulas y andar dos kilómetros por una ancha carretera (ellos dicen "pista" para des-pistar), y se quedan tan tranquilos sin mencionar ni criticar tamaña gilipollez. Ver maravillas y no contarlo siempre me ha parecido del género egoísta, pero ver estupidez y no denunciarlo es del género idiota y del género cómplice.
Así pues, a poco sentido del bien y del mal que tengas o que conserves, durante esos primeros veinticinco minutos andando bajo el sol se te revuelven las tripas bastante y tienes tiempo de sobra para jurar contra Aramón y Arachón (Aragón en spypchinés), único consuelo que te queda antes de llegar a la estación de esquí y buscar el sendero que sube al Ibón de Anayet, -tarea nada difícil si sabes que va junto al arroyo que baja del mismo, pero en la que, como te podrás imaginar, la zona de esquí no ayuda mucho pues en ninguno de sus postes dice nada. Bastante entrados ya en el sendero es cuando encuentras la primera indicación del mismo (las famosas rayitas roja y blanca / piedra de la parte inferior de la foto). Menos mal que se trataba de un GR (!). Igualito igualito que en Francia..., donde siempre hay esos estupendos cartelitos amarillos en los puntos de inicio de excursión.
Bueno, es hora ya de dejar de jurar y de mirar para arriba para solazarse con las montañas y el sendero, que bastante nos lo han hecho desear.
Un sendero precioso, que gira noventa grados a la derecha cuando se encuentra con el muro que vemos al fondo y que se introduce por una canal bastante estrecha que en invierno tiene que ser pasto de muchas avalanchas (me da que será la zona de las noticias luctuosas que de tanto en tanto se oyen en invierno con el nombre de Anayet).
Un pequeño piquito en medio de la canal, le da gracia y vistosidad durante un buen rato.
El último peldaño antes de llegar el Ibón tiene su dureza, pero el terreno sigue siendo herboso y una cascada siempre alegra la vista.
Llegados a lo alto de ese peldaño (1 hora 50' desde el coche) se abre una hermosa llanada con el ibón en medio y el esbelto pico Anayet al fondo. Rosalía quería subir al pico pero yo hice cuentas y ya habíamos hecho 600 metros de ascensión, eran las tres de la tarde, y tocaba almorzar.
La magnífica vista del Midi d'Ossau sobre la lámina de agua invitaba más a pararse y contemplar que a seguir haciendo deporte.
El Anayet me pareció un monte lo suficientemente bonito como para desearlo un poco más en vez de hollarlo así como quien no quiere la cosa. Saqué los catalejos y estuvimos viendo a la gente que ascendía por la fuerte pendiente de la cumbre. No encontré el tramo donde hay que agarrarse a una sirga pero no era la dificultad lo que me inducía a no echar a andar, sino la necesidad de pensar en las razones y modos de estar y de subir al monte.
Hemos convertido los montes en metas deportivas en vez de lugares de soledad y contemplación donde perdernos plácidamente.
Pocas veces en agosto se podrá pasear junto al ibón de Anayet por un nevero tan grande, recuerdo de lo largo que ha sido el pasado invierno.
Pero bueno, ya estábamos empezando a desear una cerveza bien fresca (una cerveza que bien podría servirse en algún bar de la cerrada estación de esquí), y había que ponerse a bajar. A la izquierda de la Punta Espelunziecha (esa que se ve en la foto de la tienda de campaña) se vía la pilona de un telesilla de las últimas zonas que han habilitado para esquiar en Formigal. Pensé que se podría hacer una circular por allí, pero no vi sendero alguno y lo mismo los de Aramón te echan los perros por "estropearles las pista de esquí" (!). El GR que nos había llevado al Ibón no cumbrea sino que desciende rápidamente hacia La Rinconada de la Canal Roya (otra vía de acceso que habrá que explorar para volver a este lugar sin tener que tragarse la carretera de marras), así que optamos por bajar por donde habíamos subido (que siempre me gusta mucho), y contemplar también, sin ningún género de resentimiento hacia el esquí, actividad montañera que también amamos, esa gran pista de la estación de Formigal llamada precisamente Anayet.
Y poniendo un poco de teleobjetivo y apuntando al fondo, volver a mirar (y fotografíar) esas cumbres del Infierno de la zona de Panticosa que no paraban de atraernos:
Excursión realizada el 9 de agosto del 2013. (La denuncia y los insultos no los retiraré hasta que me entere de que dejan abierta en verano la maldita puerta que cierra el paso al parking Anayet de la estación de esquí de Formigal).
Dejo para acabar un esquema del recorrido. Como hicimos esta excursión en plan paseo y exploración no me descargué ninguna ruta ni grabé track alguno para wikiloc. Con el cambio de colores del trazado espero expresar mejor los sentimientos de la ascensión.