Teníamos que celebrar el número 100 de Montes y Arquitectura con una cumbre brillante y creo que lo hemos conseguido. Como sabéis, el tradicional bocadillo de mejillones es nuestro almuerzo favorito en las cimas, y como Carlos Muntión nos dijo que en la cumbre de la Mesa de Cebollera alguien había hincado un mejillón de chapa a modo de buzón o de monumento conmemorativo, ningún lugar mejor para celebrarlo: Mesa de Cebollera o... ¿Pico del Mejillón?. Además, si mal no recuerdo, la Mesa de Cebollera es uno de los pocos montes que he contado aquí (n 59) a los que he ido sin hacer cima. Así que había que desquitarse. Y más, estando ya en caliente después del fin de semana pasado en el Pirineo.
El esquema de la subida es el mismo que conté en el post 59, pero hubo sorpresas y detalles fundamentales para quien quiera seguir nuestros pasos. Lo primero de todo es la decepción y tristeza al ver la ermita de Lomos de Orio, punto de partida (1.422 m), fregada al chorro de arena o de agua y con el color cambiado. Madre mía, qué de males ha hecho el euro fácil en este país. Qué pena da verla. Menos mal que no han chorreado la escalera ni su muro y que en Montes y Arquitectura lo que hacemos es dejar la obra de los arquitectos atrás para adentrarnos y admirar la arquitectura de las montañas.
Eran las nueve de la mañana del domingo 8 de julio del 2012 y ya apretaba el sol. Empezamos a andar por la pista que sube a Hoyo Mayor. Mirad qué cartelazo para decir que la pista no es carretera regional. Sin embargo, ni un cartelito para decir que ese es el glorioso camino a la Mesa de Cebollera.
Ni que el cortafuegos por donde se empieza está a unos quinientos metros, y que el acceso al mismo es bien evidente y que no hay que ponerse nerviosos si no lo encontramos en el primer lomo del camino. Una vez instalados en él, nos percatamos de lo largo que es...
... pero nos alegramos de que a las nueve de la mañana de comienzos de julio, aún es posible subirlo por la sombra que arrojan los pinos en su lado izquierdo. Menudo alivio.
Llegando al final observo una variante fundamental con respecto a mi excursión con esquís de hace treinta años: la parte superior del cortafuegos está sin limpiar y repoblada de pinos jóvenes.
No sé muy bien a qué política forestal obedece pero siempre fastidia tener que andar entre la maleza. Justo al llegar a ese pinar joven metido en la parte final del cortafuegos nos cruzamos con dos tipos mucho más madrugadores que ya bajaban y que nos ayudaron a encontrar un sendero marcado por cahires que va por entre los pinos evitando los habituales rasponazos. Benditos cahires y miles de gracias a quienes los hayan puesto. La gloriosa administración Autonómica se gasta los dineros en carteles estúpidos pero los grandes aficionados a la montaña aún saben marcar bien los senderos. Qué alegría, qué alegría. Así que la siguiente foto se la hago a uno de esos cahires, y a la vista que desde la parte superior de ese pinarcillo salvaje se abre sobre Villoslada:
Y por si fuera poca la alegría, girando unos pocos grados a la izquierda, mirad que vista tan magnífica: el San Lorenzo al fondo a la izquierda y delante, a la derecha, la mole pedregosa del Cabezo del Santo (al que hace mucho subimos con las hijas pequeñas y cuya ascensión tengo que contar aquí):
Más sorpresas y alegrías: el sendero continúa hacia arriba bien provisto de cahires pero el terreno se hace totalmente ¡pirenáico! Ambiente de gran montaña, sí señor...
... que nos lleva hasta la cima de CUEVA GRANDE, marcada con otro montón de piedras y un palo.
Desde ahí todo es pasear plácidamente hasta la cumbre de Cebollera, allí al fondo a la izquierda. Aunque vale la pena recordar aquí el fracaso de la excursión 59, es decir, que si sopla viento del norte, o sea, de derecha a izquierda, en esa zona no hay quien pare, y que por si alguien no se había enterado, "no todo el monte es orégano".
Por suerte, el 8 de julio del 2012 soplaba tan sólo una suave brisa de Sur y hasta alguna nubecilla nos alivió del duro solazo por lo que el paseo hasta la cumbre fue una auténtica maravilla:
Como maravilla es la misma cumbre rocosa, con un risco suelto en forma de mesa que posiblemente sea la razón de su nombre.
Aunque también pudiera serlo el seco corte vertical que muestra hacia los valles por los que discurre la carretera entre Logroño y Soria, es decir, el célebre paso de Piqueras:
Sea como fuere, una cima muy bonita que esperemos no limpie ningún arquitecto restaurador con chorro de arena o de agua. Por suerte también, el vértice geodésico está un poco más adentro, y a sus pies, como hemos visto en la foto de apertura, está su famoso "mejillón" y una mesita colocada por la SD Sherpa en la cual posé la cámara para hacernos la tradicional foto con el automático: ¡OTRO EXITO! nos decimos dándonos la mano los miembros de la expedición, tras dos horas y media de ascensión, 6,5 km de recorrido y 738 mts de desnivel.
Mirando hacia el Oeste la cima se pierde en la inmensidad, con las pequeñas cotas del "Chopera" (que de chopos nada) o del mismo Cebollera (que de cebollas tampoco). Y más allá aún, el Santosonario y el Castillo de Vinuesa completando ese precioso arco de montañas por encima de los dos mil metros que separa La Rioja de Soria.
Tanto para atravesar esta zona como para conducirse por el pinar salvaje de abajo, una vez más damos las gracias a todos los constructores de cahires que nunca hubiéramos imaginado tan buenos en nuestra región.
Y llegados al cortafuegos a las dos de la tarde, otra sorpresa muy agradable: que teníamos sombra por el lado opuesto al que habíamos subido, y que el piso en este lado es incluso más agradable que en aquel.
El trayecto de descenso desde la cima hasta la ermita nos costó dos horas justas y eso que Rosalía bajó con un poco de dolor de rodilla que si no, se puede hacer incluso en menos. El GPS recogió hasta la separación de subida y bajada por ambos lados del cortafuegos:
Y para celebrar el MontesyArquitectura número 100, mencionaré también otra actividad clásica en nuestras excursiones: la gran cerveza que nos tomamos al llegar al primer pueblo. Y como en este caso fue en el bellísimo Villoslada y desde lejos no se ven las chapuzas restauradoras de los arquitectos modernos, pues venga también una foto...
... ejem, una foto con truco, porque como cabe suponer por el formato, he tenido que cortarla por abajo para que no se vean unos horribles "juegos infantiles" que han colocado junto al puente y que hacen añicos la perspectiva. Ayyyyy...., dame Montes y quita Arquitectura (arquitecturas de arquitectos, claro).