En la excursión al Cerro de los Gardachos que conté en el post 54 vimos un sendero muy bonito que corría por la solana del cerro de Cucurucha y ya entonces pensé que algún día lo recorreríamos y que subiríamos a aquella otra cima sobre Soto de Cameros, pero tras ver en google earth que el sendero que corre por la pared Este del cañón del río Leza podría proporcionarnos un bonito recorrido circular con cima en el cerro, decidí que ese sendero en solana lo haríamos en el descenso.
Y de ese modo, tras dejar el coche en el parking que está junto al río y subir zigzageando por las empinadas calles del pueblo hasta la ermita de la Virgen del Cortijo, avistamos la entrada al sendero que llaman de la Peña de la Mora y que está bastante marcado y señalizado por la existencia de un par de yacimientos de huellas de dinosaurios.
El trazado del sendero es extraordinario y las vistas hacia el requiebro del Leza cuando sale de Soto, impresionantes, peeeeero, ay, ay, siempre la manaza de la gente más bruta: mirad que barandillas con alambre de espino han colocado a ambos lados del sendero. De premio.
Bueeeeno, para consolarnos un poco, echamos un vistazo al fondo del barranco:
Unos pasos más adelante está el indicador del primer yacimiento de icnitas. No nos entretuvimos mucho en él, lo justo para que Rosalía pusiera su mano al lado de la huella de algún tridáctilo pequeñuelo.
Justo en el aviso del segundo yacimiento sale un viejo sendero hacia arriba a la derecha al que hay que entrar por un estrecho zigzag para impedir el paso de animales. Afortunadamente los alambres no eran de espino pero en otro que encontramos más arriba ¡sí lo eran! con lo que tuve que ponerme la mochila encima de la cabeza para no desgraciarla. Qué merluzos. Bueno, a lo que vamos, en la bifurcación no hay indicación alguna y el sendero que sube a mano derecha está bastante abandonado, pero mi intuición montañera me dijo que era por ahí, y acerté. Y encima, dejamos de ir entre alambres de espino (!)
El sendero que dejamos a la izquierda y que más o menos mantiene la cota, pasa por debajo de la Peña Mora, que es la que se ve al fondo esta foto.
Más o menos a esa altura, estamos justo enfrente del mirador del barranco que hay en la carretera, así que, como casi siempre hay gente en él, escuchamos los saludos que nos hacían desde el otro lado del valle.
Poco antes de llegar a la altura de Peña Mora, nuestro sendero zigzagea para superar una lastra y gira a la derecha introduciéndose en una curiosa hondonada de antiguas fincas abandonadas que en el plano del Servicio Geográfico llaman "solana de Bolais".
El sendero está casi abandonado y al llegar al fondo de esta imagen gira a la izquierda pero nosotros intentamos seguir más o menos la diagonal que se ve en la ladera de enfrente para llegar a los corrales que se adivinan justo en el lomo del monte en el extremo derecho de la foto.
Según íbamos subiendo por esa diagonal echamos la vista atrás para gozar de la aparición del pueblo de Trevijano, colgado en los montes del otro lado del Leza:
La posible traza de un sendero se acaba y hay que ir subiendo por los restos de los viejos bancales con toda la hondonada a la vista.
Es un lugar que emociona bastante con solo imaginar la de vida que debió de tener en otros tiempos. Os lo pongo también con la vista aérea del Google Earth para que os hagáis mejor a la idea de su curiosa orografía.
Superados los últimos bancales llegamos a los corrales llamados de Valcárcel y al lomo de la Cucurucha donde al fin pisamos un poco de prado verde.
Mirando hacia el noreste conseguimos distinguir las ruinas de lo que fuera el pueblo de Villanueva de San Prudencio en las faldas del monte de Zenzano:
Ya solo quedaba darse un paseíto por el lomo del Cucurucha para llegar a su cumbre, que no tiene buzón ni vértice geodésico.
El reloj marcaba hora y media desde la salida y el GPS poco más de cuatro kilómetros y 1.151 mts de altura, por lo que le desnivel desde Soto (700 m) es de 451 mts, lo que no está nada mal. Con el día que hacía no hubo que bajar de la cumbre para almorzar, y allí mismo le dimos al vino y los mejillones, dieta infalible para un feliz día de monte.
Acabando la botella tuvimos visita. Dos jóvenes parejas andaban por allí algo perdidos sin saber como bajar a Soto. Nos mostraron el mapa que llevaban, ay, ay, uno de aquellos ecológicos "Paseos por la Naturaleza" que editó la Consejería de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente del Gobierno de la Rioja, es decir, la guía perfecta para no llegar a ningún sitio y perderse en el Monte. La miro y me parto de risa de lo poco que se ajusta a la realidad y de lo mal contado que está. Mucho hablar de especies vegetales y animales y poco de las indicaciones para no perderse.
Los muchachos llevaban tres horas andando y sólo querían bajar rápido a comer, asi que les indicamos que descendieran hasta el corral de Zorraquín para tomar el sendero de la solana por el que también pensábamos bajar nosotros, cosa que hicieron tras la preceptiva foto de nuestro encuentro y el aviso de que saldría en este blog. Aquí están:
Nosotros tampoco tardamos mucho en bajar porque ya tenía ganas yo de hacer esa senda, y más con los ánimos que siempre da el vinillo. Por el lomo del monte descendimos hasta el corral de Zorraquín, y por la ladera en hondonada hasta un par de abrevaderos de hormigón. Desde la cima habíamos visto con los catalejos que junto a los abrevaderos había un cartelito blanco como indicador de camino, pero una vez allí no hubo forma de encontrarlo y hasta dudamos un poco a la hora de tomar el sendero que baja a Soto, pero una vez encontrado, justo en la ladera derecha, ya no tiene pérdida. El paraje es árido y duro, y subirlo en verano tiene que ser horroroso, pero bajarlo tras haber diseñado tan buen circuito circular fue toda una gozada:
Y la llegada a Soto, digna como ninguna de un blog que se llama Montes y Arquitectura.
Al llegar a las primeras casas estuve buscando alguna referencia o algún cartelito que dijera "sendero a los corrales de Zorraquín" o algo así, pero no había más que unas despintadas marcas blancas y amarillas que no se sabe quien marcaría algún día. Por si alguien quiere hacer este circuito al revés, pongo una foto de la última casa del pueblo en donde empieza:
Bajamos en una hora justa y lo celebramos en la terraza del bar de la plaza. El GPS cerró el circuito en poquito más de los 8 kms.
Regresando a Logroño paramos en el mirador del cañón del río Leza a contemplar la zona por la que habíamos subido unas horas antes. La Peña Mora, arriba a la izquierda, y el Cucurucha, probablemente, ese piquito que aparece al fondo a la derecha.
Y como no podía ser de otro modo, también le hice una foto al barranco del río Leza por si me lee alguien de fuera y aún no lo conoce.
Excursión realizada el domingo 1 de abril del 2012.