Planifiqué esta excursión como un largo acercamiento para subir a la Peña de San Bartolomé, pero cambiamos el recorrido sobre la marcha y no me pesa lo más mínimo haber renunciado a llegar al punto más alto del barranco porque el circuito así dibujado creo que es uno de la más bonitos y sorprendentes que se puedan diseñar por estos pagos.
Dejamos el coche poco antes de llegar al puente que cruza el Jubera-río (y que da acceso a Jubera-pueblo) y tomamos el camino que va en dirección norte y que en seguida se bifurca:
El de la derecha va a la ermita de la Virgen de los Remedios que se ve al fondo. Nosotros tomamos el de la izquierda echando de menos alguna indicación (¿cómo es posible que el camino entre Jubera y San Martín no esté señalado, con lo sueltos de bolsillo que son nuestras autoridades para poner cartelitos?). Sea como fuere, en diez minutos llegamos a otra ermita, ésta en ruinas, dedicada a Santiago.
Y ahí, ay, es donde el camino se empieza a perder. Por encima de la finca de almendros que se ve a la izquierda, aún quedan las trazas de lo que fuera el camino, pero ya se empieza a llenar de zarzas y no hay marcas de que haya pasado nadie en mucho tiempo.
Sorteando las zarzas y subiendo por donde puedas, llegas a un collado maravilloso desde el que se divisa el barranco de San Martín y la Peña de San Bartolomé enfrente. Hay que girar ahora hacia el sur y dar con el camino semi perdido caminando a media ladera. En esta toma de google earth se ve muy bien el cambio de dirección (justo abajo en el mapa)
y en estas otras dos fotos, una tomada hacia delante (con la Peña de San Bartolomé a la derecha) y otra tomada hacia atrás, se ve lo perdido que empieza a estar el sendero.
En cuanto brote la primavera y crezca un poco más la vegetación, por ahí no hay quien pase. Nos planteamos entonces cómo resolver el problema, si quejarnos inutilmente de la pérdida de nuestro patrimonio cultural (y nada más patrimonio que un viejo sendero como este) o si escribir una carta al alcalde de Jubera y a los tropecientos directores generales de las consejerías del ramo pidiendo firmas a todos los lectores de este blog para que paguen cuatro jornales a cuatro tíos con unas tijeras y dos bidones de roundup para que no se cierre. Lo que pasa es que como te hagan caso, lo mismo van, y ponen barandillas de madera y señales por todas partes, y no sé qué es peor. La prueba de que este camino a punto de perderse tiene una cierta entidad la tenemos en el mapa catastral de 1995 en que figura con trazo negro (el subrayado amarillo es mío)
Pasados unos doscientos o trescientos metros de sendero con matas se entra en una zona algo más despejada donde el viejo camino se hace bien visible y muestra toda su belleza:
...y entonces te repites una y otra vez: "esto no puede desaparecer, no puede desaparecer". Medio kilómetro más adelante parece que el monte le cierra el paso, pero milagrosamente, y entre nuevas zarzas, el sendero vuelve a abrirse camino:
En ese punto miramos al otro lado del barranco y vemos que hay un sendero en esa parte mucho más limpio que el nuestro (y eso que no figuraba en el catastral):
Cuál no sería nuestra sorpresa cuando vemos pasar por él a un grupo de valientes ciclistas de montaña:
Es entonces cuando cambiamos de planes, renunciando a subir por la pista desde San Martín a la Peña de San Bartolomé, para volver, a cambio, por ese bellísimo sendero.
Un poco más adelante, barranco arriba, los dos senderos se juntan en uno que está en nuestro lado. En la siguiente foto vemos como nuestro sendero de ladera, otra vez bastante sucio, baja para encontrarse con él.
En la unión de ambos, ay, nos encontramos con otro de esos cartelitos estúpidos que han colocado recientemente y que dice que por el que veníamos, se va a Jubera. Es como para matarlos: mucho cartelito ahora, después de haberlas pasado canutas para no perderlo por su falta de limpieza. En fin, paciencia Juan, que esto es La Rioja y no da para más.
Hasta San Martín el sendero discurre por el fondo del barranco y la llegada al pueblo no ofrece mejores perspectivas que la de un puente hundido.
Sin embargo el caserío del pueblo nos sorprende muy favorablemente. Pasado el río saltando entre piedras encontramos un recoleto cementerio muy bonito y poco más arriba un espacio excepcional en su escala y sencillez formado por la iglesia y el frontón (la nueva barandilla de la iglesia mejor que la manden a fundición para hacer otra cosa). No pongo fotos para no extenderme mucho aquí y para que el que vaya lo descubra por sí mismo. De lo que sí pongo otra imagen es del panorama que se abre barranco arriba, mucho más amplio y bucólico, y que muestra una construcción en una loma al fondo a la derecha, a la que nos animamos a ir.
Pensamos que se trataría de una ermita, pero en realidad es un corral, y como no tiene un acceso muy definido nos perdimos un poco creyendo que el amplio camino que va hacia el Este sería el que nos subiría. Pero no, tuvimos que volver porque la vegetación de matorral nos cerraba el paso. Así es como lo ha dejado contado el GPS:
Finalmente alcanzamos el corral y almorzamos allí nuestro bocata de mejillones y la botellita de vino. No hice foto del almuerzo pero sí de la vista hacia San Martín. Una maravilla.
Entre zarzas, contemplaciones, visita al pueblo y pequeños despistes, casi habíamos tardado dos horas desde la salida y el GPS marcaba poco más de cinco kilómetros y unos 240 m de subida.
Volvimos a pasar por el pueblo y a disfrutar del carácter urbano de su calle principal, y cuando nos metimos de nuevo al barranco hice esta foto para dar idea del carácter de garganta que tiene:
Por la derecha se puede apreciar el sendero, y en cuanto lo recorres un poco, empiezas de nuevo a contemplar las paredes del lado izquierdo del barranco y la peña de San Bartolomé presidiendo siempre la escena.
Me hinché a hacer fotos de las paredes y del fondo del barranco, seguramente porque este blog se llama también de arquitectura, pero no es cosa de ponerlas todas. Os pongo, eso sí, el punto por el que se cruza el río:
...y una vista de la ladera por la que habíamos caminado un par de horas antes para ir a San Martín:
Lo bueno del caso es que el final del recorrido aún nos deparaba una inesperada sorpresa: la bajada a la Mina la Providencia (que en el mapa del catastro se llama "Mina Túneles de los Moros") con un precioso puente sobre un tajo del barranco:
La mina la deben estar "poniendo en valor" (ahhh, odio esa expresión!!!) turístico, porque la han limpiado y han colocado unas vistosas vallas con cuerdas blancas por todas partes. Pero hay que reconocer que la entrada a la mina es bien bonita y vale la pena haberla adecentado algo (¡aunque no tanto como si fuera Lourdes!)
Y aquí se ve la explanada ahora limpia de la mina (con mesas carteles de madera por todas partes para los típicos paneles explicativos que aún no han puesto y que luego duran poco más de un año)
El camino sale a la ermita de la Virgen de los Remedios, que la pobre no tiene ni un miserable espacio alrededor para disfrutar del lugar (no os cuento cómo protegen la puerta para no sentir vergüenza ajena) y en cinco minutos regresamos hasta el coche. En total, hora y media para el descenso y la sensación de haber descubierto un circuito extraordinario.
No os desaniméis por la suciedad del sendero, ni por los cartelitos estúpidos y caros, ni por las vallas de la mina. Vale la pena aguantar eso y mucho más. Lo que todavía no me explico es que nadie lo haya publicado como una de las excursiones más bonitas de la Rioja. O al menos yo no la he visto.
(realizado el domingo 11 de marzo del 2012)