El 17 de julio de este año hizo en Burgos un calor castellano, es decir, del seco y fuerte. A las nueve y media de la mañana nos arreó bien el sol cuando subimos desde Olmillos de Sasamón al Alto Castarreño para contemplar el océano de cereal. Pero eso no fue nada para el sol de plomo que nos cayó encima cuando a eso de las doce nos dio por subir al castillo de Castrojeriz. Después de almorzar en el excelente Bar Restaurante La Taberna, que debería de figurar en el BRA si tuviera ánimos de actualizarlo un poco más a menudo, pensé que había llegado la hora de buscar algo de frescor (y hasta un baño si era posible) en el cercano Pisuerga. Recordaba yo que en el cruce entre el camino de Santiago y el gran río que pasa por Valladolid había un puente precioso (aún no ensanchado para el paso de dos coches) y unas aguas bastante tranquilas como para bañarse y buscar alguna sombra donde sestear. Pero una cosas son los recuerdos y la ilusión, y otra la cruda realidad, y aunque el puente seguía igual de bonito, el estado de las aguas y de las orillas del río no invitaban al baño. Inasible al desaliento (creo que la expresión correcta es inasequible pero no me gusta nada) eché un vistazo al mapa para ver si más arriba o más abajo del puente había algún pueblo donde seguramente las gentes se bañaran aún en el río, y el primero que vi fue Iteros del Castillo, cuatro o cinco kilómetros aguas arriba. A la tórrida hora del mediodía no había una alma en sus calles, así que abordé a un paisano que andaba aparcando su coche y le pregunté: ¿no habrá por aquí algún lugar donde la gente se bañe en el río? El tipo me miró con cara de preocupación, como si yo estuviera loco, pero una vez que asumió mi extravagancia me respondió que sí, que por la parte baja del pueblo, junto al frontón, había un camino al río donde "antes" se solía bañar la gente. Fui para allá y al principio me metí por el camino (más marcado) que va hacia el norte, pero viendo que me perdía entre choperas volví hacia atrás y probé por el camino que he marcado con líneas amarillas en la siguiente foto de google, y en poco menos de un cuarto de kilómetro dimos con el Pisuerga.
Corría el agua, se veía limpia y había sombra, así que allí nos plantamos. A juzgar por el aspecto de nuestra orilla y la de enfrente, parecía que hubiera allí un vado, pero si en Julio de un año tan seco como este bajaba con tanto caudal, no sé cuándo se podrá utilizar como tal.
Al principio nos metimos al agua con cierto respeto...,
y no porque estuviera fría, que de eso nada...
... sino porque la corriente era bastante fuerte, y hacia abajo había ramas y recodos donde la corriente nos podría arrastrar y darnos un susto...
Poco a poco le fuimos cogiendo confianza al río y gracias a que llevaba zapatillas para andar por el cascajo, fui subiendo corriente arriba viendo que iba ganando en profundidad y mansedumbre. Tan sólo cincuenta metros más arriba cubría algo más de la cintura y se podía nadar tranquilamente. Una pena pues, que el único acceso al río desde Iteros del Castillo fuera justo por la zona de más corriente.
Poco antes de irnos, cuando nos estábamos dando el último baño en esa zona tan estupenda que mencionaba (y que he marcado con un rectángulo naranja, apareció en bici un grupo de adolescentes que venían a bañarse desde Iteros de la Vega. Por la forma tan despreocupada con que entraron en el agua, para ellos debía de ser habitual, pero a mí me supo como si fueran los primeros en disfrutar de mi descubrimiento. El acceso a esta zona de baño desde la margen derecha del río es mucho más amplia y cómoda que desde la zona de Iteros del Castillo, así que si os toca ir por allí, ya lo sabéis.
Por cierto, la fina línea verde que se ve en la foto aérea de Google Earth señala el límite entre la provincia de Palencia (a la izquierda) y la de Burgos, a la derecha. O sea, que los dos Iteros se juntan en el río (!).