miércoles, 15 de junio de 2016

211. CAÑÓN DEL RÍO LOBOS (II) (12k)



(continuación del relato del post anterior)

Nueve y media de la mañana del domingo 12 de junio del 2016. Volvemos en coche al puente de los Siete Ojos y echamos a andar aguas abajo del mismo. Bueno, lo de aguas es un decir, porque el río Lobos seguía igual de seco que "aguas arriba". Sol radiante y fresquito. 13º. Temperatura ideal para caminar. Al final del puente giramos noventa grados a la izquierda y se abre un panorama mucho más amable y despejado que en la última parte del tramo de ayer.


Enseguida aparecen a nuestra izquierda hermosas paredes llenas de cuevas


El río sigue sin asomarse pero la grandiosidad de la escala del cañón y el terreno tan despejado compensan su ausencia.


Aunque el sendero "oficial" va por la margen derecha vimos que otro excursionista sin mochila (probablemente de la zona) iba por otro camino que hay en la margen izquierda y que los carteles ya decían de no usar. En un parque natural no está bien que haya tanto camino. 


Cuando al fin tenemos que cruzar a la margen izquierda, vemos tras el paso de piedras unos charcos de agua. ¿Será un espejismo? ¿Empezará ya a aflorar el río?


Pues sí, tras los charcos vienen las hierbas altas y el canto de las ranas:


Y en cuanto el cauce llega a aquella roca del fondo que se pasa por un sendero protegido con vallas, agua en cantidad que ya no volverá a ocultarse en todo el resto del cañón. Estaríamos más o menos en el km 2 o 3 de este segundo tramo, o sea,en  el 11 o 10 según los mojones que decíamos ayer.


A partir de ahí todo es alegría y hasta euforia, porque las paredes de roca se suceden unas a otras con personalidad propia, como si fueran distintos edificios de una gran calle.



Otra curiosidad: en la esquina que vemos a continuación, un árbol sale en horizontal de la roca (!)


Unas paredes son más lisas:

Otras tienen como placas:


Y si miramos hacia atrás descubrimos otro montón de formas que al pasar por debajo de ellas no habíamos percibido.


Nos cruzamos en ese tramo con un buen número de ciclistas, pero tengo que decir que no me parece un recorrido adecuado para la bicicleta de montaña. Todos iban pendientes de no caerse en algunos de los tramos más estrechos del sendero y apenas podían mirar las bellezas que tenían alrededor.


Cuando vi el movimiento que tenía la siguiente pared pensé obviamente en Gaudí: ¿llegó a ver algo semejante cuando pensó en la Casa Milá del Paseo de Gracia de Barcelona?

Verdaderamente habíamos encontrado el paseo montañero-arquitectónico  que mejor expresaba el nombre de este blog. La siguiente pared parecía un Mendelsohn.


Y por si fuera poco, el río estaba lleno de nenúfares. Qué maravilla de paseo. No podíamos más de contentos.


Por esa parte del recorrido empezamos a cruzar varias veces el río de un lado para otro y en algunas de las piedras había que hacer equilibrios para no meter el pie en el agua. Como el perfil es totalmente plano no llevamos bastones, pero para este menester de cruzar ríos por piedras inestables hay que ver lo bien que vienen. Mi consejo pues es llevarlos en la mochila, que recogidos no pesan nada.


En este paso junto a la roca y el río han construido un bonito sendero con grandes piedras. Punto positivo para los gestores del parque.


Guau, wow, ohhh, ahhh, qué maravilla cuando a la vuelta de ese paso te encuentras con esta otra impresionante arquitectura:


O este gran ventanal (!) en el que cabe un pino entero.

Pasadas estas hermosas paredes encontramos un cartelito que indicaba que por la izquierda había un sendero por el que se podía entrar al cañón desde Casarejos. El otro indicador decía que faltaban sólo 2,2 km hasta la ermita de Bartolomé y eso significaba tristemente que pronto se nos iba a acabar la fiesta que traíamos.


Pero en tan poco trecho quedaba aún mucho por disfrutar porque cada recodo del cañón tiene preparada una sorpresa. La de caminar junto al río bajo los chopos:


Otra cueva enorme con aspecto de tribuna expresionista (¡un Poelzig!)


Nuevos cruces del río:


Una concha de auditorium más grande que la del Espolón:


Muros a dos colores:


Rocas huecas como de grandes esqueletos:


Torreones saliendo de la pared como si fueran cuerpos de escaleras:


O el no va más: llegando ya a San Bartolomé, el gran ábside de una catedral excavado en la pared con dos más pequeños a sus lados y alguna hornacina.


A la derecha de esta gran pared aparece ya la ermita tardorrománica y encima de ella, una especie de castillo natural de roca al que no nos resistimos a subir...


... para ver desde lo alto el tajo por el que habíamos venido:


O asomarnos a una de las peligrosas ventanas que posee en su interior:


Bajando hacia la ermita hago una foto de la construcción humana sobre el fondo del gran ábside que decía antes, aunque la foto no da buena idea de la fuerza y grandeza del escenario natural.


Aunque consiguiese yo que en nuestras fotos no saliera más que mi colega, lo cierto es que en los alrededores de la ermita había ya un gentío bastante gritón, y es que la carretera llega hasta unos quinientos metros de la misma. En los tres kilómetros que quedan desde ese parking interior del parque hasta el parking exterior, sendero y carretera no van juntos porque hay espacio suficiente para cada cual.


Pero siendo el tramo supuestamente más recorrido, tiene tramos bastante poco cuidados.


El paisaje es más abierto que en el tramo anterior a la ermita y las paredes se ven mucho más distantes:


En el último kilómetro el sendero se junta con la carretera y nos horrorizamos ante la idea de acabar el cañón caminando entre los coches que entran o salen del parque. Por suerte hay marcado un sendero a cierta distancia de la carretera pero tan desdibujado a veces que quien lo tome en sentido contrario al que nosotros llevamos no sé qué idea se puede hacer del mismo:


Muy mala. Ya ven:


Pasada esta zona recreativa llegamos ya al punto donde nos esperaba el segundo coche. A diferencia del parking intermedio, en este sí que hay un buen bar donde tomarse la cerveza que uno se ha ganado y celebrar, como se merece, tan extraordinaria excursión.


El track decía que habían sido 12 kms y el tiempo, poco menos de 3 horas. Aquí el recorrido con un poco más detalle:


Sólo nos quedaba recoger el otro coche en el parking del puente de los Siete Ojos y devolver el alquilado en Soria. Pero entre un sitio y otro aún tuvimos tiempo de recorrer la impresionante carretera entre Casarejos y Calatañazor, y comer agradablemente en el Restaurante El Palomar de este pueblo tan famoso en la Historia de España por la célebre batalla en que se puso fin a las correrías de de Almanzor.

210. CAÑÓN DEL RÍO LOBOS (I) (11k)



Llevábamos años queriendo hacer el recorrido del cañón del río Lobo en la provincia de Soria pero siempre leía relatos de recorridos parciales y no acababa de entenderlo en toda su dimensión ni dar con la mejor estrategia excursionista. La mayor parte de la gente va desde Ucero hasta la ermita de San Bartolomé, recorrido que en buena parte se puede hacer también en coche, por lo que no me interesaba hacerlo así. Pero también había leído que el cañón empieza en Hontoria, en la provincia de Burgos, a más de veinte kilómetros de la ermita, y que podía hacerse entero, aunque lo recomendable era dividirlo en dos etapas de unos doce kilómetros cada una, pues hacia la mitad hay un acceso rodado y un parking junto al llamado Puente de los Siete Ojos. Como parecía ser un destino turístico de primera magnitud me imaginé que podría haber algún servicio de furgonetas o taxis para poder empezar en un lado y acabar en otro, pero en cuanto vi cómo estaba por allí de organizada la infraestructura turística decidimos alquilar un coche en Soria, e ir con dos automóviles para dejar uno en cada punto del recorrido. Y así, el sábado 11 de junio a mediodía llegábamos a San Leonardo de Yagüe donde habíamos reservado habitación, dejamos un coche en el Puente de los Siete Ojos y nos fuimos con el otro hasta Hontoria para empezar a andar a eso de las cuatro de la tarde. Antes de ello comimos en el Hostal Torres (comida casera a 10€ el menú) y hasta hicimos una visita al curiosísimo Castillo "abaluartado" de Manrique de Lara cuyas ruinas de piedra podían ser el mejor preámbulo de las paredes del cañón.


En Hontoria hay un gran parking de coches a la entrada del cañón en la margen derecha del río, pero el nuestro se quedó allí más solo que la una. Se ve que no íbamos a ver a mucha gente. No está muy claro por dónde se empieza a andar porque poco antes del parking había un cartel que señalaba el comienzo de la ruta por un sendero que va por la margen izquierda mientras que el que sale del parking está, obviamente, a la derecha.


A unos quinientos metros de la salida vimos que nuestro sendero se estrechaba y que había un paso de piedras para pasar al de la izquierda, por lo que decidimos cambiar de lado. Craso error porque un poco más adelante, vemos que el camino de la margen izquierda gira noventa grados a la izquierda y se va a unos campos que hay por allí. Tuvimos que cruzar a la derecha por un paso bastante inestable de piedras pequeñas de esos en que, como decía Rosalía, de ahí no pasa la abuelita.


Mucho cartelito de mucho sendero pero ya parece que estamos en ruta. Lo siguiente que vemos es una valla para que no se nos ocurra acercarnos al río y ¡un aparcamiento de bicis en medio del campo! ¡dios mío en qué se gastan el dinero los responsables de los parques naturales!


Unos cientos de metros más adelante toda esta parafernalia queda atrás y podemos solazarnos con lo que nos imaginábamos que iba a ser la tónica del recorrido: un sendero al lado del agua más o menos entre pinos y paredes de roca:


Pero cuál no sería nuestra sorpresa cuando otro poco más adelante (ni 2 kms desde la salida) el río se esconde bajo tierra y todo lo que queda a nuestro lado es una reseca cascajera:


Por lo menos empiezan a aparecer hermosas paredes de piedra a ambos lados del cañón que hacen como de peana de los grandes pinos que tienen encima:



Pero agua, ni gota. Y así hasta el puente de los Siete Ojos. Rosalía se sintió poco menos que estafada (menos mal que todavía no cobran por entrar, ja ja ja). Esto es el cañón del exrío Lobos, nos decíamos uno a otro. Es de suponer que en invierno tendrá agua, pero lo que no está claro entonces es si se podrá pasar tan fácilmente de uno a otro lado, porque el sendero enseguida se pone a cruzar una y otra vez el cauce por unos rústicos puentes de pedruscos que ahora no era necesario usar.


Hay tramos, como en la foto de arriba, donde las paredes de roca tienen una escala muy reducida y son de lo más amable, pero también hay mucho tramo donde se camina sin más por un sendero de pinar.


De kilómetro en kilómetro aparece un pequeño mojón con una chapa de hierro donde está grabado el kilometraje en sentido inverso. El primero que vimos fue el 24 y ese que está a la derecha de Rosalía en la siguiente foto debe de ser el 20 o el 19.


Tenía yo curiosidad por sentir los cambios de dirección que se producen en los dos meandros centrales del recorrido, pero apenas me di cuenta cuando pasamos por ellos. A falta de agua, lo más interesante seguía estando en las distintas formas y escalas de las paredes que nos íbamos encontrando.


No nos cruzamos más que con media docena de personas sueltas y una excursión de autobús de unos veinte, lo que para un sábado del mes de junio no es gran cosa.


El cañón se abre y se cierra constantemente. En la foto de arriba vemos a Rosalía en una zona amplia sobre otro de esos rústicos puentes por los que se cambia de margen. En la de abajo, las rocas del cauce tenían unos líquenes oscuros muy bonitos.


Como el recorrido es Noroeste Sureste e íbamos por la tarde, el sol lo llevábamos de derecha así que las paredes que más brillaban eran las de la izquierda:


A unos dos kilómetros del final y en la margen derecha hay una fuene que aún tenía agua: La Canaleja.


Pero por si tuvieras tentaciones de beber agua de la madre naturaleza, la Consejería de turno te quita las ganas:


Vaya cartel más estúpido. ¿No sería mejor que la Junta de Castilla y León se gastara cuatro euros en hacer de vez en cuando un análisis y quitara el maldito cartel? Yo por supuesto que bebí y no tuve ningún problema intestinal, así que ánimo y traeros una llave inglesa... o si es fija, del 10 o del 12 calculo que será... Contra el vicio institucional de poner carteles imbéciles, la virtud cívica de llevárselos a casa para decorar el pasillo ja ja ja. Bueno, aunque... mucho mejor llevarse el recuerdo de las últimas paredes del cañón, cada vez más arquitectónicas:


Un kilómetro antes de la llegada al puente de los Siete Ojos, el sendero se desdibuja y va por cualquier lado. El puente es obra reciente y de hormigón, y para acceder al parking situado a la izquierda del mismo hay que pasar por debajo del mismo para no tener que saltar la bionda e ir  por la carretera (como hicimos nosotros).


Llegando al coche el track me marcaba 11 kms exactos en 2 horas 40'. No es una media para presumir de marcha, así que debimos entretenernos mucho mirando y haciendo fotos. Aquí un poco más ampliado el recorrido de este primer tramo:


Como la tarde es larga por estas fechas, aún tuvimos tiempo de ir a Hontoria a por el otro coche y llevarlo al parking de Ucero para el día siguiente. Y de vuelta a San Leonardo, cenar en el estupendo restaurante de la Cabaña Real de Carreteros para reponer fuerzas.