martes, 24 de junio de 2008

23. CEBOLLERA, 2.142 m. (con esquís de montaña)



Mi encuentro con la gente de Sherpa es una de las anécdotas más sabrosas de mi vida montañera. Como en el invierno del 81-82 había subido con Rosalía al Santosanario (ver post 21) y a finales de verano se quedó embarazada de Teresa (ver post 22), en cuanto cayó la primera nevada del invierno 82-83 me animé a repetirlo en solitario pero con esquís de montaña. En la ermita de Lomos de Orios, donde dejé el coche, me dijo Luisvi (el santero) que había visto subir a unos montañeros del club Sherpa de Logroño con los esquís al hombro, pero no sabía por donde habían ido. Yo repetí la ruta del invierno anterior pero como la nieve estaba blanda y el terreno me pareció bastante complicado para mi nivel de esquí, preferí renunciar a hacer la cima y bajar tranquilamente por entre los pinares. Poco antes de llegar a la pista de abajo oí las voces de los otros montañeros que caminaban por allí y les llamé, pero como yo estaba en el bosque no me veían. Cuando al fin salí de entre los pinos dando giros con mis esquís se quedaron tan de piedra como si hubiera salido un oso o hubieran tenido una aparición.

Hicimos rápidamente amistad y me dijeron que andando no habían podido subir apenas por el estado de la nieve. Yo me hice del club y en aquel mismo invierno ellos se compraron sus primeros esquís de travesía, así que cuando se les ocurrió subir a Cebollera me llamaron para compartir aventura.
Como puede verse en la siguiente foto, correspondiente al momento de la salida, la excursión fue multitudinaria pero no todos subieron con esquís ni al mismo sitio. Detrás del grupo se ve mi viejo Land Rover, con el que adelantamos bastante terreno en la pista (que se ve a la derecha), aunque está claro que no todos cabían en él.



Recuerdo que la nieve estaba costra, que no tuvimos ningún problema en llegar hasta la cima y que el ambiente de ruta invernal fue total. Las dos fotos siguientes lo explican sobradamente:




En la cima el Buri nos hizo una foto al reducido grupo que llegamos juntos, yo le hice una muy bonita a él en el irreal paisaje de nieve y rocas de la crestería, y luego el me hizo a mí otra sobre el panorama de la subida y el resto de la sierra Cebollera.






El trayecto de subida y descenso es suave y no presenta mayor problema pero hay un tramo muy bonito en el punto de inflexión del recorrido que hay que pasar entre rocas (foto de arriba), así que en el descenso lo aprovechamos para hacernos alguna otra foto interesante como ésta, que seguramente también me la hizo el Buri porque el que está bajando por entre las rocas soy yo:



La última foto que guardo de aquel día la hice yo. Los esquiadores solemos decir que no hay momento más agradable en el esquí que el de quitarse las botas. Si encima se ha subido a una bonita montaña, la satisfacción es mucho mayor.



(No tomé tiempos ni hice croquis porque es una subida bastante evidente y sencilla siguiendo el mapa general que puse en el post 21).

lunes, 9 de junio de 2008

22. CASTILLO DE VINUESA, 2.084 m.(6k 300+) Hoyo de Iregua



La primera excursión que hice al Castillo de Vinuesa en septiembre de 1982 tiene una anécdota tan singular e imborrable que empiezo este comentario dando cuenta de ella: Rosalía anduvo destemplada durante la subida y en vez de almorzar en la cumbre, como suele ser habitual cuando en ella no hace mucho frío, preferimos hacerlo en el descenso cerca del refugio de cazadores. A pesar de que hacía resol y no mucho viento, Rosalía seguía teniendo frío, cosa poco frecuente en ella, y hasta tuve que dejarle mi camisa de lana para que se la pusiera por encima de su jersey. Fue entonces cuando sospechamos que no habíamos subido dos sino tres excursionistas, es decir, que Teresita, aunque muy pequeña pequeñita, también había subido con nosotros al Castillo de Vinuesa…

De aquella excursión tan entrañable (y nunca mejor dicho) hice el croquis que he puesto arriba donde prácticamente lo cuento todo. La vía de subida (más directa), la de bajada (por los puestos de caza y la pista), el tiempo de ascensión (¡sólo 1h 10 min!) y hasta las vistas. Sólo me queda para dar buena cuenta de esta excursión poner un pequeño pié a cada foto para situarlas más o menos en el planito.



Rosalía sobre el Hoyo de Iregua en la subida más directa.

En la línea de cumbre con el Pico Urbión al fondo.

Ascendiendo el último tramo por las rocas del “castillo”.


Posando con la cumbre del Castillo detrás.



En el difícil terreno de la cima. Abajo, los puestos de cazadores, y en lontananza, el San Lorenzo. De calzado: zapatillas deportivas de las de entonces.

Yo en la cima con una vista general hacia el Este. Detrás, la cumbre del Santosonario (ver entrada anterior), y cerrando el panorama, Cebollera y la mesa de Cebollera.


Y aquí en el célebre e inolvidable almuerzo con la tradicional botella de vino, la pirámide del Castillo de Vinuesa y Rosalía… con mi camisa puesta por encima…